Las elecciones presidenciales de Túnez se presentan como una suerte de enmienda a la totalidad, el panorama político tunecino lleva enquistado desde la pandemia de la Covid-19. En una primera radiografía del espectro político destaca el profesor de derecho Kaïs Saïed, quien actualmente gobierna a golpe de decreto, por lo que estas elecciones se plantean como un reto sobre su continuidad . Además de él, tenemos dos aspirantes desconocidos hasta la fecha, el político nacionalista de izquierdas de corte nassarista, Zouhair Maghzaoui y el empresario Ayachi Zammel. Ambos forman parte de la cámara de representantes que fue depuesta por Saïed en julio de 2021.
Las elecciones pueden consolidar la autocracia de Maghzaoui
El partido de Maghzaoui, por ejemplo, había apoyado la disolución del Parlamento y del Gobierno durante la pandemia del coronavirus, al igual que la mayoría de los tunecinos. Cuando los pacientes con coronavirus murieron en los pasillos de los hospitales abarrotados, Saïed evaluó la gestión de la crisis por parte de la administración y los ministerios como una amenaza para la seguridad nacional. Hizo que el parlamento fuera acordonado por las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado.
Desde entonces, el hombre de 66 años ha estado llevando a cabo su plan autocrático para reestructurar la democracia por la que lucharon sangrientamente los ciudadanos en 2011. Su «visión» es el gobierno de los consejos locales bajo el control de un presidente dotado de amplios poderes según el modelo francés, pero sin partidos ni oponentes políticos.
Es poco probable que Zammel y Maghaoui puedan impedir la reelección de Saïed, ya que son candidatos irrelevantes en Túnez. Zammel ha estado recientemente en prisión preventiva acusado de falsificar firmas para su candidatura. Cualquiera que se interponga en el camino de Saïed se convierte rápidamente en objetivo del poder judicial y las autoridades.
Varias candidaturas inhabilitadas
Un total de más de 100 solicitudes fueron rechazadas. Cuando el Tribunal Administrativo tunecino ordenó a los dirigentes de la autoridad electoral, nombrados personalmente por Saïed, que admitieran a tres candidatos prometedores, el nuevo Parlamento retiró sin contemplaciones la jurisdicción del tribunal modificando la ley.
El hecho es que, aunque Túnez tuvo probablemente la sociedad civil más resistente de la región durante la Primavera Árabe de 2011, una publicación en Facebook es ahora suficiente para ser blanco del poder judicial. Saïed y los funcionarios del Estado aliados con él todavía creen que están en una lucha por la supervivencia con los otrora populares islamistas moderados de Ennahda. Fuerzas oscuras estaban tratando de matarlo, insinuó Saïed varias veces.
Considera que los partidos controlados por las empresas, como Ennahda, y los activistas financiados desde el extranjero son la razón de la actual crisis económica del país. La fiscalía está investigando a 20 funcionarios de Ennahda; el ex presidente Rachid al-Ghannouchi fue condenado a tres años de prisión por recibir dinero extranjero no declarado.
Pero el rumbo populista de Saïed contra la élite política y el apoyo masivo de la sociedad civil europea no solo se apoya en el empobrecido suroeste del país. También en los suburbios de Túnez muchos culpan a Ennahda de la radicalización de los jóvenes tunecinos. Sin embargo, hay pocas señales de la supuesta lucha de Saïed contra la corrupción omnipresente en Túnez. Cuando el presidente sometió a votación un nuevo parlamento sin partidos en enero, apenas votó más del 10 por ciento.
Con la primavera árabe muy reciente en la memoria colectiva
Mohamed Bouazizi, se prendió fuego con gasolina en 2010, debido a la frustración por la violencia policial y sus condiciones de vida. La muerte de Bouazizi desencadenó una tormenta de protestas en el mundo árabe que arrastró a varios regímenes.
«Pero en Túnez, las mismas familias extensas siguen dominando la economía. La mayoría de mis amigos solo podían conseguir trabajo a través de contactos, por lo que emigran». Alrededor del 40 por ciento de los jóvenes están desempleados. Después de años de protestas masivas por la libertad de expresión y la justicia social, muchos jóvenes tunecinos prefieren ahora dedicarse a sus carreras, si es posible en Europa.
Bruselas, sin embargo, tiene pocas críticas al curso autocrático de Saïed. Desde el acuerdo migratorio de la UE, apenas han salido barcos con migrantes hacia Lampedusa o Sicilia. Mientras Saïed emprende una política de trabar alianzas geoestratégicas con los Brics. Durante una visita a Pekín en junio, él y el presidente Xi Jingping decidieron iniciar una asociación geoestratégica.
