El pasado viernes el presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, ha tomado la decisión de declarar el estado de excepción en todo el país. Esta medida se ha adoptado en respuesta a lo que se ha descrito como una «grave conmoción interna y calamidad pública en todo el territorio nacional».
Severa crisis energética
Una de las crisis más acuciantes que enfrenta Ecuador en este momento es la severa escasez de energía eléctrica. En ciudades como Quito y Guayaquil, se ha impuesto un racionamiento eléctrico de entre 8 y 9 horas, exacerbado por la sequía asociada al fenómeno climatológico de El Niño. La situación se ha agravado tras el despido repentino de la ministra de Energía y Minas, Andrea Arrobo, seguido de una investigación por presunto sabotaje. Arrobo había afirmado poco antes que no habría cortes de energía. Además, la decisión de Colombia de suspender el suministro eléctrico al país vecino ha aumentado la presión sobre el sistema energético ecuatoriano.
La crisis no se limita al ámbito energético. Ecuador también enfrenta una ola de violencia en el país, convirtiéndolo en un epicentro del narcotráfico en el continente. En un lapso de solo 48 horas, sicarios acabaron con la vida de dos alcaldes en la zona minera, incrementando aún más la tensión en vísperas de los referendos.
La impactante imagen del cuerpo ensangrentado de Jorge Maldonado, alcalde de Portovelo, siendo trasladado en la parte trasera de una camioneta hacia el hospital más cercano, deja imágenes desagradables al país. Este incidente se suma al atentado anterior que cobró la vida del alcalde del cantón Camilo Ponce Enríquez, José Sánchez, quien recibió varios disparos mientras realizaba deporte cerca de su hogar.
En este contexto de crisis múltiples, la decisión del presidente Noboa de declarar el estado de excepción busca restaurar la estabilidad y la seguridad en el país, mientras los ecuatorianos se preparan para ejercer su derecho al voto.