Francia se encuentra en una encrucijada política después de que el «frente republicano» haya conseguido frenar el avance de la derecha en las recientes elecciones legislativas. Aunque el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen se ha consolidado como la mayor fuerza en la Asamblea Nacional, no cuenta con el número suficiente de diputados para gobernar. Este resultado ha dado un respiro a muchos, pero también ha planteado el reto de formar una coalición gobernante viable.
El sistema electoral francés, basado en un modelo mayoritario a dos vueltas, ha favorecido tradicionalmente la formación de amplias mayorías parlamentarias, evitando la necesidad de coaliciones postelectorales comunes en otros países europeos como Alemania o Italia. Sin embargo, la Asamblea Nacional elegida el 7 de julio ha roto esta tradición.
La constitucionalista Anne-Charlène Bezzina, de la Universidad de Rouen, destaca dos certezas en este ámbito : la nueva Asamblea no podrá disolverse antes del 9 de junio de 2025 y Francia no puede quedarse sin Gobierno. Estos puntos subrayan la urgencia de encontrar una solución estable para gobernar el país.
La incompatibilidad entre el bloque de extrema derecha y la coalición de izquierdas, el Nuevo Frente Popular (NFP), hace improbable que RN encuentre aliados para formar gobierno. Por otro lado, se está explorando una posible Gran Coalición que reúna a centristas, la izquierda moderada y la derecha tradicional.
El líder socialista Olivier Faure ha sugerido que esta coalición debería centrarse en temas clave para los franceses, como el aumento de salarios y pensiones. Sin embargo, alcanzar un consenso en un programa común es complicado. El NFP ha prometido derogar la impopular reforma de las pensiones de Macron y aprobar un impuesto a las grandes fortunas, propuestas que chocan con las posiciones de sus potenciales aliados.
La expresidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, ha mencionado la posibilidad de una «gran coalición» que excluya a RN y al ala radical del NFP. Sin embargo, la importancia de La Francia Insumisa (LFI) dentro del NFP podría convertirla en un actor indispensable para cualquier mayoría viable. Manuel Bompard, líder de LFI, ha dejado claro que solo apoyarían el programa de la coalición de izquierdas.
En caso de que no se logre un acuerdo, el presidente Macron podría nombrar a un primer ministro técnico con el necesario apoyo parlamentario. Entre los nombres que suenan están Christine Lagarde, François Villeroy de Galhau y Gérard Larcher.