Imagen: AP
El primer ministro de Francia, Michel Barnier, enfrenta una moción de censura que podría poner fin a su mandato este miércoles, apenas tres meses después de asumir el cargo. De prosperar, sería el periodo más breve en la jefatura de Gobierno de la V República. La oposición de izquierda y ultraderecha, con una inusual alianza, amenaza con destituirlo, en lo que muchos consideran un ataque indirecto al presidente Emmanuel Macron, verdadero objetivo de estas fuerzas políticas.
El legado del negociador y las tensiones internas
Barnier, reconocido por su papel clave en las negociaciones del Brexit, no ha logrado replicar su éxito diplomático en la política interna francesa. La incapacidad para tejer acuerdos con los partidos de la oposición refleja, en parte, la fractura que dejó la disolución de la Asamblea Nacional el pasado junio. Esa decisión, que despojó al macronismo de una mayoría parlamentaria estable, es señalada como un error estratégico que alimentó el resentimiento tanto en la izquierda como en la ultraderecha.
El Reagrupamiento Nacional (RN), liderado por Marine Le Pen, y el Nuevo Frente Popular de izquierdas, nacieron de esas elecciones con un profundo sentimiento de injusticia. Mientras el RN vio frustrada su victoria electoral por los pactos entre fuerzas progresistas para bloquear a sus candidatos, la izquierda percibió la formación del gobierno conservador de Barnier como una traición a su posibilidad legítima de gobernar.
La moción de censura: venganza y objetivos políticos
La moción de censura que se debatirá el miércoles cristaliza un deseo compartido de revancha. De lograrse la destitución de Barnier, el siguiente objetivo de estos sectores será la renuncia de Macron, a quien acusan de ser el principal responsable de los problemas del país.
Desde la izquierda, el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, escribió en redes sociales que Macron «debe irse para devolver la voz a los franceses». Por su parte, el vicepresidente del RN, Louis Aliot, señaló que el pacto con la izquierda para frenar a la ultraderecha fue «contra natura» y responsabilizó al presidente de la inestabilidad política.
Macron, atrapado en un momento crítico
En medio de esta crisis, Macron se enfrenta a una presión creciente, especialmente tras el fracaso de su apuesta por Barnier. Aunque intentó refugiarse en áreas clave de la presidencia, como defensa y relaciones exteriores, su liderazgo ha quedado debilitado. La disolución de la Asamblea Nacional provocó divisiones en su entorno, con la renuncia de varios consejeros y la pérdida de confianza en su capacidad para gestionar los asuntos internos.
La moción de censura se suma a una lista de desafíos abiertos, desde la crisis económica hasta la tensión social, que podrían intensificarse si Francia queda sin Gobierno. Sin el respaldo de su primer ministro, Macron quedaría más expuesto a los ataques de sus detractores, que buscan forzar su dimisión. Sería la primera desde la de Charles de Gaulle en 1969, tras perder un referéndum.