Imagen: Kamala Harris, en Washington. BRENDAN SMIALOWSKIAFP
La vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris compareció en la tarde de este miércoles para ofrecer su discurso de aceptación de la derrota en la Universidad de Howard, donde la noche antes había esperado poder declararse la primera presidenta de Estados Unidos. En su lugar, reconocía que “el resultado no es ese por el que votamos” pero aseguraba que “debemos aceptarlo” y ofrecía a su rival republicano, Donald Trump, una transición fluida. También lanzaba un llamamiento a la esperanza: “La luz de la promesa de Estados Unidos seguirá brillando si no nos rendimos”.
Unas horas antes del discurso, Harris había telefoneado a Trump para felicitarle por su triunfo, una tradición en la política estadounidense que solo rompió el propio Trump en 2020, cuando no admitió haber perdido las elecciones.
“Aunque admito a derrota en estas elecciones, no admito la derrota en la lucha que ha alimentado esta campaña: la lucha por la libertad, por la oportunidad, por la justicia y por la dignidad de todas las personas”, dijo Harris a un auditorio formado por varios miles de personas, muchos de ellos muy jóvenes, que no podían contener las lágrimas. Entre los que lloraban visiblemente estaba su candidato a vicepresidente, el gobernador del estado de Minnesota, Tim Walz.
También lanzó indirectamente una puya a Trump, que había declarado que, si perdía, no aceptaría el resultado de los comicios tal y como hizo en 2020, al afirmar que “debemos aceptar los resultados de estas elecciones”, y comprometerse a “llevar a cabo una transición de poder pacífica”. La vicepresidenta dijo que «eso es lo que diferencia a la democracia de la anarquía o de la tiranía, y cualquiera que busque el poder debe respetarlo».
Trump ha superado ampliamente a Harris
La victoria de Trump no ha tenido paliativos. No solamente ha superado a la demócrata en votos electorales y ha ganado al menos cinco de los siete Estados bisagra en juego (Nevada, Arizona, Wisconsin, Pensilvania, Míchigan, Georgia y Carolina del Norte). También ha ganado, a diferencia de 2016, el voto popular, por más de cinco millones de papeletas. Su partido ha arrebatado al rival la mayoría en el Senado, y podría completar el triángulo de poder si mantiene el control del que ya disfrutaba en la Cámara de Representantes.
El candidato republicano ha hablado durante su campaña, y especialmente en el último tramo, de “retribución” contra sus enemigos políticos, entre los que incluye a los medios de comunicación y, por supuesto, a los cargos de la oposición. También ha presumido de que el primer día de su vuelta al Despacho Oval será un “dictador”. Su campaña ya asegura que una de sus primeras medidas será lanzar una gran operación de deportaciones de inmigrantes en situación irregular.