Yolanda Martínez y Luna Fernández, las dos españolas esposas de yihadistas repatriadas desde Siria. RTVE
Yolanda Martínez Cobos habría enviado una carta de despedida, intervenida en junio de 2014 en el marco de la “operación Gala”, a uno de los integrantes de la Brigada Al Andalus, Mohammed Khalouk. Esta carta, según una información publicada por La Razón, resultó clave para el procesamiento por terrorismo de Martínez, junto con la también española Luna Fernández, quienes fueron repatriadas de Siria con sus hijos en enero de 2023.
Al parecer, tras proclamarse el pseudocalifcato por Abu Bakr al-Baghdadi, la madrileña de 38 años se trasladó a Siria con su marido, el yihadista Omar el Harchi el Fertakh con “plena voluntad de mantener su integración” en Daesh, según el juez Santiago Pedraz.
La defensa de la investigada respalda que la misiva no fue enviada por Martínez, ya que lo firma una tal “Yolita” que, según la policía, es su pseudónimo y está dirigida a su hermana. El juez solicitó el pasado febrero un examen caligráfico para despejar las dudas sobre su autoría.
En el escrito, al que ha tenido acceso La Razón, la autora de la carta afirma, entre otras cosas, que quiere ser “una más en la batalla por el islam” y que “no hay mayor honor y deseo que morir en pie por Alá”.
En busca y captura desde 2019 por su supuesta pertenencia a la Brigada Al Andalus, Yolanda y Luna fueron finalmente localizadas en el campo de acogida de Al Hawl, controlado por el Ejército sirio tras la caída de Baguz, hasta donde se habían desplazado acompañando a sus maridos, señalados por la Policía como «foreign terrorist fighters» (combatientes terroristas extranjeros).
“Seguimos en nuestra vida de comodidad siendo hipócritas”
En la carta, se queja del «sufrimiento» de «nuestros amados hermanos y hermanas de Siria» y lamenta que permanezcan de brazos cruzados. «Aunque lloramos y sufrimos con ellos, seguimos en nuestra vida de comodidad siendo hipócritas». «¿Es que no vamos a despertar?», se pregunta. «No hay mayor honor y deseo», dice, «que morir en pie» por Alá y saber que cuando mueras «estarás ante nuestro creador y podrás decirle ‘‘yo estuve ahí y abandoné todas mis comodidades y placeres de esta vida por estar ayudando a vencer al islam”». «Todos podemos hacer algo», defiende, «porque nadie es indispensable».
Los informes de la Comisaría General de Información le atribuyen un papel destacado en el grupo de mujeres de la Brigada Al Andalus dada su visión «rigorista» del islam, que le llevó –según el juez instructor– a compartir con su marido la convicción de «no permanecer estático ante el conflicto sirio y pasar a la acción».
Para el juez Pedraz resulta significativo que ella mismo reconociera que en la zona de conflicto les dieron una casa y a su marido «un trabajo en el juzgado del ISIS, haciendo recados», lo que les permitió tener una situación económica «estable». Solo a los miembros del Estado Islámico, recordó el juez Pedraz al acordar su prisión provisional, «se les cedía una casa y se les daba un trabajo en la administración que el pseudocalifato estaba desarrollando».