Un trágico saldo de 20 muertos, 14 heridos y decenas de miles de desplazados es el resultado de los recientes ataques israelíes en Baalbek-Hermel, una histórica región del este de Líbano. Según el Ministerio de Salud libanés, los bombardeos que se han intensificado en las últimas semanas, están afectando tanto a civiles como a infraestructuras esenciales complicando aún más la situación de un país que ya enfrentaba una profunda crisis económica y social.
Los ataques se centran en la ciudad de Baalbek, un lugar de alto valor cultural y un bastión estratégico para Hezbolá, organización que Israel considera una amenaza regional. Las Fuerzas de Defensa de Israel han lanzado operativos aéreos y terrestres para desmantelar las posiciones del grupo, con bombardeos en áreas controladas por Hezbolá, desde el sur de Beirut hasta el interior de Baalbek. Este aumento de las hostilidades pretende no solo debilitar a la organización chií, sino también socavar el apoyo popular que posee en ciertos sectores de Líbano.
La población de Baalbek ha sido duramente golpeada. Unos 60,000 habitantes, aproximadamente el 60% de la ciudad, han huido buscando refugio en otras regiones de Líbano o en países vecinos. Sin embargo, cerca de 40,000 personas permanecen atrapadas en una ciudad convertida en zona de guerra, con escasos recursos de agua, alimentos y electricidad. Las familias que no han podido escapar enfrentan serias dificultades en medio de una creciente crisis humanitaria, con acceso limitado a la atención médica y riesgo constante de nuevos ataques.
La evacuación obligada de Baalbek fue ordenada a finales de octubre cuando el ejército israelí anunció que intensificaría sus bombardeos en la región para erradicar toda posición de Hezbolá. Sin embargo, los daños colaterales han sido devastadores para la población civil y también para el patrimonio histórico. Monumentos icónicos, como el Templo de Júpiter y el Templo de Baco, han sufrido daños o están en constante peligro. Estos sitios arqueológicos, símbolos de la grandeza histórica de la ciudad, se ven amenazados por el conflicto, lo que representa una pérdida cultural irreparable tanto para Líbano como para la humanidad.
El impacto emocional y psicológico es también alarmante. Las familias desplazadas enfrentan traumas profundos, mientras que quienes permanecen en Baalbek viven con el temor de nuevos ataques. La falta de apoyo médico y psicológico intensifica el sufrimiento en una región donde el acceso a servicios básicos era limitado antes de esta crisis.
Ante esta situación, organizaciones de derechos humanos y agencias de ayuda humanitaria piden a la comunidad internacional que intervenga para frenar la violencia y proporcionar asistencia. La situación de los desplazados en Líbano es crítica, con miles de personas sin refugio, agua potable o servicios médicos básicos. Naciones Unidas y ONGs intentan movilizar ayuda, pero la magnitud de la crisis requiere esfuerzos mayores.
El conflicto en Baalbek evidencia los efectos devastadores de una guerra que se ha vuelto rutina en la región. Mientras Hezbolá e Israel continúan su lucha de poder, los civiles quedan atrapados, soportando el peso de un enfrentamiento sin fin y sin ayuda suficiente. La comunidad internacional enfrenta el reto de responder de manera rápida y efectiva, pero el panorama de una solución diplomática parece cada vez más distante en una región marcada por el desamparo y la supervivencia.