La relación entre Rusia y Venezuela ha alcanzado nuevos niveles de colaboración, consolidando a Venezuela como el principal aliado de Vladimir Putin en América Latina. A pesar del reciente veto de Brasil al ingreso de Venezuela en el grupo BRICS, la alianza entre ambos países sigue fortalecida, con una cooperación que abarca el ámbito militar, tecnológico y financiero.
El veto de Brasil y el papel de Rusia
Recientemente, la negativa de Brasil para permitir el ingreso de Venezuela al grupo BRICS representó un golpe para el presidente Nicolás Maduro, quien ve en el bloque una posibilidad de escapar del aislamiento financiero que le imponen las sanciones occidentales. Sin embargo, Putin ha dejado en claro que su interés en fortalecer la relación con Venezuela se mantiene, independientemente de su inclusión en el bloque.
En una cumbre reciente celebrada en Kazán, Rusia manifestó su deseo de intensificar la cooperación con Venezuela. Por su parte, Maduro ha respondido con entusiasmo, subrayando que uno de sus objetivos prioritarios es acercarse a Rusia, dentro o fuera de los BRICS, con miras a construir una alianza sólida y estratégica.
A lo largo de dos décadas, Rusia y Venezuela han firmado más de 340 acuerdos de cooperación en diversas áreas, incluyendo la militar, tecnológica, financiera y energética. Estos acuerdos, aunque no siempre están disponibles al público, han fortalecido la relación bilateral en aspectos esenciales.
La cooperación militar, en particular, se ha convertido en una pieza clave de esta alianza. Venezuela es el principal comprador de armas y equipos logísticos rusos en América Latina. En el ámbito de defensa, Maduro ha expresado su admiración por la «batalla que está dando Rusia contra el nazismo y el fascismo», y ha asegurado que se mantendrán los planes de preparación y entrenamiento militar en colaboración con Rusia, una potencia mundial en el área.
Para Venezuela, el ingreso al grupo BRICS hubiera significado un respiro financiero en medio de las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados. Las medidas, que buscan castigar a Maduro por las violaciones a los derechos humanos, narcotráfico y corrupción, afectan tanto a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) como a otras empresas estatales. Estas sanciones dificultan la comercialización de productos en los mercados internacionales y representan un obstáculo para la economía venezolana.
En previsión de este escenario, los BRICS han desarrollado el sistema de pagos transfronterizos BRICS Clear, una infraestructura financiera alternativa al sistema SWIFT de Occidente. Además, el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS (NBD) promueve inversiones en el Sur Global, lo que podría ofrecer a Venezuela nuevas vías de financiamiento en caso de que las sanciones de Estados Unidos se intensifiquen.
La relación entre Rusia y Venezuela está motivada no solo por intereses económicos y militares, sino también por una visión compartida de un mundo multipolar. Para ambos países, el objetivo es construir un nuevo orden internacional donde Estados Unidos y Europa no tengan una hegemonía absoluta. Venezuela, con sus grandes reservas de petróleo, es vista como un aliado estratégico por Rusia en esta visión de equilibrio global.
En palabras de Maduro, «Rusia y Venezuela hemos construido lazos indestructibles», y, según declaraciones oficiales, Putin considera a Venezuela un «viejo y fiable socio en Latinoamérica». Además, el líder ruso ha resaltado la importancia de establecer lazos financieros y bancarios basados en monedas nacionales, reforzando así la independencia del sistema financiero occidental.