Las tensiones entre Rusia y Estados Unidos han escalado nuevamente después del atentado sufrido por el expresidente Donald Trump durante un mitin en Pensilvania. Las autoridades rusas han aprovechado la ocasión para criticar la gestión de la seguridad interna de Estados Unidos, sugiriendo que el país debería reevaluar sus prioridades financieras.
Reacción de Rusia
María Zajarova, la portavoz de Exteriores de Rusia, se ha pronunciado de manera mordaz respecto al incidente, sugiriendo que Estados Unidos debería redirigir los fondos destinados a Ucrania hacia la mejora de su seguridad interna. «¿Quizás sería mejor utilizar este dinero para financiar a la Policía y otros servicios que deberían garantizar la ley y el orden dentro de Estados Unidos?», cuestionó Zajarova, en respuesta a las críticas de Bobby Kennedy, sobrino del expresidente John F. Kennedy, sobre la aparente incapacidad de las agencias de seguridad estadounidenses para proteger a Trump.
Intentos de asesinato a Putin
Zajarova también hizo referencia a las recientes declaraciones del jefe de la Inteligencia Militar de Ucrania, Kirilo Budanov, quien reconoció que ha habido varios intentos de asesinar al presidente ruso Vladimir Putin. Según Zajarova, estos intentos fueron posibles gracias a la financiación estadounidense, sugiriendo que sin dicha ayuda, las agencias de seguridad ucranianas no podrían llevar a cabo «actividades dañinas». Zajarova fue más allá, acusando a Estados Unidos de crear una «estructura terrorista» en Ucrania a través de la financiación masiva y el suministro incontrolado de armas. «Washington creó una máquina de asesinatos, explosiones, destrucción y ataques terroristas tanto contra figuras políticas como contra la población civil», afirmó Zajarova.
El ataque contra Donald Trump ocurrió durante un acto de precampaña en Pensilvania. El expresidente resultó herido y fue evacuado del lugar con sangre en el rostro tras escucharse disparos. El incidente dejó dos muertos, incluido el tirador, quien ya ha sido identificado. Este evento ha generado un fuerte debate sobre la seguridad de las figuras políticas en Estados Unidos y la capacidad de las agencias de seguridad para prevenir tales ataques.