La Organización de las Naciones Unidas , a través de su agencia meteorológica, ha lanzado una urgente advertencia al mundo: el cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una realidad devastadora que demanda medidas drásticas y inmediatas para salvar vidas. Esta semana, España ha sido golpeada por una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que dejó lluvias históricas e inundaciones repentinas, obligando a miles de ciudadanos a enfrentarse a la fuerza de una naturaleza alterada por el calentamiento global.
Clare Nullis, portavoz de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), no ha dejado lugar a dudas en su comunicado. En declaraciones desde Ginebra, ha afirmado que las precipitaciones récord en territorio español y las catastróficas inundaciones son “solo uno de los muchos desastres extremos relacionados con el clima y el agua que han tenido lugar en todo el mundo este año». La devastación de esta DANA, que descargó en cuestión de horas el equivalente a un año de lluvia en algunas zonas de España, es solo la punta del iceberg de una crisis climática que parece estar acelerándose sin freno.
Para la OMM, los datos son alarmantes. Según los registros, las temperaturas globales no solo han incrementado, sino que cada “fracción adicional de calentamiento” amplifica el riesgo de fenómenos meteorológicos extremos. Esto significa que cada décima de grado añadida a la temperatura global puede desencadenar eventos climáticos más severos y recurrentes. En el caso de España, las inundaciones no son un caso aislado; en las últimas semanas, otras áreas de Europa central también han sido testigos de lluvias intensas que han destrozado récords históricos, haciendo eco de una realidad que científicos y ambientalistas vienen alertando desde hace años.
Nullis recordó que los desastres climáticos no son solo una amenaza para un país o una región, sino un peligro latente que afecta a cada rincón del planeta. “Casi todas las semanas estamos viendo imágenes impactantes” de eventos climáticos extremos, subrayó la portavoz, dejando en claro que el cambio climático es el principal responsable de estos episodios cada vez más frecuentes y peligrosos.
Alertas tempranas y mecanismos de prevención
Ante la creciente frecuencia e intensidad de estos desastres, la ONU ha insistido en que el mundo debe redoblar esfuerzos para implementar sistemas de alerta temprana. En 2022, el secretario general de la ONU, António Guterres, estableció un ambicioso objetivo: que “todos en la Tierra estén protegidos de eventos climáticos, hídricos o peligrosos”. Sin embargo, estos sistemas, que alertan a la población de posibles amenazas inminentes y permiten tomar medidas de emergencia, aún no son accesibles en muchas partes del mundo.
En palabras de Nullis, asegurar que “las alertas tempranas conduzcan a acciones tempranas informadas” es una tarea urgente. Estos mecanismos de alerta no solo ayudan a reducir el impacto de los desastres naturales, sino que también son una herramienta vital para salvar vidas. La representante de la OMM ha recordado que, aunque la ciencia climática ha avanzado significativamente, se necesita una “prioridad máxima” en la lucha contra el cambio climático para poder salvar vidas y proteger a las comunidades.
El cambio climático antropogénico
La OMM ha sido directo en su diagnóstico: el cambio climático tiene un origen mayoritariamente antropogénico, es decir, provocado por la actividad humana. Desde el uso de combustibles fósiles hasta la deforestación, el ser humano ha alterado el equilibrio natural del planeta. Como resultado, fenómenos meteorológicos extremos como la DANA en España se han vuelto más intensos y frecuentes, creando patrones de destrucción que afectan a miles de personas y ponen en riesgo la biodiversidad y los recursos naturales.
Ante esta crisis, los expertos subrayan que es fundamental adoptar políticas medioambientales estrictas y apostar por una transición energética que permita reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los esfuerzos actuales resultan insuficientes, y es precisamente la inacción lo que lleva a la ONU a elevar el tono de sus advertencias.