Poco después de que las fuerzas del orden rusas capturaran a los cuatro sospechosos del ataque terrorista en el Crocus City Hall, ahora atribuido a extremistas del Estado Islámico en la Provincia de Jorasán (ISIS-K), han surgido imágenes que muestran signos evidentes de tortura infligida a los detenidos. Estas imágenes, ampliamente difundidas en redes sociales, muestran actos extremos de violencia, como el corte de la oreja de uno de los sospechosos, Rajab Alizade, obligado luego a comerla, y la electrocución de otro, Shamsiddin Fariduni, con cables conectados a sus genitales.
Una función de propaganda
Aunque no está claro hasta qué punto estas acciones de tortura fueron ordenadas desde las altas esferas del Kremlin, lo que es innegable es que el espectáculo de violencia perpetrado contra los sospechosos tiene una clara intención propagandística. Más allá de infundir miedo en potenciales extremistas, parece destinado a mostrar la vulnerabilidad de los perpetradores y a reforzar la imagen de fuerza del Estado ruso frente al terrorismo.
¿Es eficaz la tortura?
Si hay algo que la «Guerra Global contra el Terrorismo» del Occidente ha dejado claro, es que el uso de la tortura no solo tiene un efecto insignificante en la lucha contra el terrorismo, sino que también actúa como un importante catalizador para el reclutamiento.
Estados Unidos e Irak
Cuando en 2004 salieron a la luz imágenes de soldados estadounidenses posando alegremente junto a sospechosos torturados en el centro penitenciario de Abu Ghraib, acompañadas de descripciones gráficas del tormento al que estaban sometidos estos prisioneros, se puso en tela de juicio la reputación de los esfuerzos de Estados Unidos en la lucha antiterrorista. Además, estas imágenes impulsaron la táctica de reclutamiento de los mismos grupos militantes contra los que Washington estaba combatiendo.
Esto se logró al proporcionar material que podía ser utilizado para respaldar las narrativas existentes que estos grupos propagaban sobre Estados Unidos, lo que radicalizaba a los reclutas y los llevaba a unirse a sus filas. De hecho, los medios afiliados al Estado Islámico ya han publicado carteles declarando que la tortura de los sospechosos del ataque en Moscú solo aumentará su sed de sangre tanto de civiles como de soldados rusos.
Además, un análisis más detenido del Programa de Rendición, Detención e Interrogación de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos concluyó que la tortura no era efectiva para producir inteligencia útil para los militares y los servicios de inteligencia. Según la literatura académica, el dolor infligido a los sujetos de tortura no solo afectaba su capacidad de recordar, sino que también fracasaba en su intento de hacer que revelaran información valiosa. Sin embargo, no ayudaba en nada el hecho de que muchos de los detenidos en lugares como Abu Ghraib ni siquiera fueran terroristas.