El Estado Islámico (Daesh) ha arremetido contra los medios de comunicación por centrarse exclusivamente en la prisión siria de Saydnaya, conocida como «la mazmorra de los horrores», mientras ignoran otras instalaciones similares que albergan a militantes del grupo en diferentes países. En su crítica, Daesh acusa a los medios de hipocresía por mostrar sorpresa ante las tragedias de Saydnaya, alegando que su existencia era conocida desde hace años.
Además, el grupo terrorista culpa a otros actores internacionales de no liberar los campos de detención de Al Hol y Ghwairan, controlados por fuerzas kurdas, argumentando que estas acciones deberían haberse llevado a cabo durante la debilidad del régimen de Bashar al-Assad. Sin embargo, esta postura ha sido criticada ampliamente, ya que la incapacidad del propio Daesh para actuar durante ese periodo revela su deterioro operativo.
En sus declaraciones, Daesh también compara los crímenes cometidos en Saydnaya con lo que describen como «atrocidades de los cristianos frente a las pantallas», insinuando que las violaciones de derechos humanos en otras regiones no reciben la misma atención mediática. Este argumento busca desviar la atención de las denuncias hacia Saydnaya y posicionar al grupo como víctima de un enfoque selectivo.
Los campos de detención de Al Hol y Ghwairan, ubicados en el noreste de Siria, albergan a miles de personas, incluidos familiares de militantes de Daesh, en condiciones que han sido calificadas de críticas por organizaciones internacionales. A pesar de las quejas del Estado Islámico, su incapacidad para rescatar a sus propios militantes y familiares ha socavado su narrativa de poder y control.
Mientras tanto, las denuncias sobre Saydnaya continúan acumulándose. Esta prisión, operada por el gobierno sirio, ha sido señalada por grupos de derechos humanos como un epicentro de torturas, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas. A pesar de las críticas de Daesh hacia el enfoque mediático en esta prisión, el impacto global de estas denuncias ha llevado a Saydnaya a convertirse en un símbolo de las violaciones sistemáticas de derechos humanos en Siria.
En lugar de asumir sus fracasos, Daesh busca desviar la atención hacia otros actores y justificar su inoperancia frente a sus propios seguidores. Además, intentan utilizar la crítica a los medios para mantener la relevancia en un contexto donde su capacidad operativa y organizativa se ha reducido significativamente.
Este episodio subraya la fragilidad del Estado Islámico en su intento de reconstruir su narrativa de fuerza y resistencia, mientras las condiciones en las cárceles y campos relacionados con el grupo continúan siendo un tema de preocupación internacional.
El Estado Islámico denuncia «doble rasero» en la cobertura de las prisiones sirias
Acusan a los medios de hipocresía y culpan a actores internacionales por no liberar campos de detención como Al Hol y Ghwairan
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