Oriol Junqueras, líder de ERC y candidato a renovar su liderazgo en el congreso del partido previsto para el 30 de noviembre, enfrenta crecientes críticas y presiones para abandonar la dirección del partido. Estas presiones provienen tanto de sectores dentro de su formación como del expresidente de la Generalitat, Quim Torra.
Junqueras ofreció una conferencia en la que comparó la amnistía concedida en 1936 al presidente de la Generalitat, Lluís Companys, con la situación actual en Cataluña. Según Junqueras, en los días previos a la Guerra Civil, la situación en Cataluña era más favorable que la de este momento, subrayando la complejidad política actual. Sin embargo, evitó pronunciarse sobre asuntos de actualidad, como el reciente acuerdo entre ERC y el PSOE, manteniendo un silencio que ha sido interpretado como estrategia para evitar conflictos internos.
Este silencio y la falta de respuestas sobre el acuerdo han generado tensiones dentro de ERC. Algunos sectores del partido, junto con figuras como Torra, cuestionan la capacidad de Junqueras para liderar en un contexto tan cambiante y crítico. Torra, que ha expresado desacuerdos con la línea actual de ERC, representa una corriente que aboga por una postura más firme en favor de la independencia, lo que intensifica la presión sobre Junqueras para reconsiderar su rol en el liderazgo.
Las palabras de Quim Torra sin duda no cayeron bien en Oriol Junqueras, pero su situación dentro de ERC es aún más delicada. Junqueras, quien fue indultado por el gobierno de Pedro Sánchez tras cumplir 3 años y 8 meses de una condena de 13 años por sedición y malversación, dimitió como presidente de su partido en junio de 2023. Esta renuncia se produjo después de una serie de fracasos electorales de ERC: en las elecciones municipales, donde perdió las alcaldías de Tarragona y Lérida; en las generales, donde el partido perdió la mitad de sus escaños; y en las autonómicas, donde ERC fue desbancado de la presidencia de la Generalitat.
Estos malos resultados han generado tensiones dentro de la formación republicana y han debilitado la posición de Junqueras, quien ahora enfrenta un cuestionamiento tanto externo como interno sobre su liderazgo. Las críticas de figuras como Torra reflejan la creciente división en el independentismo catalán y el descontento con la estrategia actual de ERC, que ha perdido terreno frente a otras opciones independentistas más radicales.
La dimisión de Oriol Junqueras como presidente de ERC no fue una renuncia definitiva, sino una estrategia para recuperar su liderazgo. Junqueras anunció su intención de volver a liderar el partido en el congreso convocado para este otoño, inspirándose en la estrategia de Pedro Sánchez, quien recuperó el liderazgo del PSOE frente a Susana Díaz tras un periodo de diálogo con la militancia.
La debacle electoral de ERC reveló públicamente las tensiones entre Junqueras y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, unas diferencias que hasta entonces eran conocidas pero no abiertamente discutidas. Tras estos resultados negativos, Junqueras fue excluido de las negociaciones con el PSOE, siendo reemplazado por Marta Rovira, quien asumió el rol de secretaria general del partido. Este cambio subraya el creciente desacuerdo y las luchas internas dentro de ERC, exacerbando la presión sobre Junqueras para demostrar su capacidad de recuperar el liderazgo y revitalizar al partido.
Algunos de los políticos que buscan reemplazar a Oriol Junqueras tienen razones personales para desafiar su liderazgo. Un ejemplo es Roger Torrent, expresidente del Parlament y exconseller de Empresa, quien fue eliminado de las listas electorales por orden de Junqueras. Torrent, una figura influyente de ERC en Gerona, podría estar buscando venganza por esta decisión.
En un intento de recuperar su posición, Junqueras ha solicitado que el congreso de ERC se celebre en septiembre en lugar de en noviembre. Sin embargo, la dirección provisional del partido no parece dispuesta a facilitar su regreso a la presidencia. Existe un creciente sentimiento dentro del independentismo de que Junqueras se ha alineado demasiado con el PSOE y está desconectado de las necesidades y preocupaciones actuales del movimiento independentista. Esta percepción ha debilitado su posición y complicado su intento de retomar el liderazgo del partido.