La Generalitat de Cataluña ha completado la eliminación de los murales históricos que adornaban el Salón Sant Jordi, un proyecto que ha costado 2,3 millones de euros y se ha extendido durante 16 meses. Estos murales, que narraban partes de la historia de España, fueron ordenados a retirar por Quim Torra, entonces presidente de la Generalitat, en 2019. Los trabajos de eliminación comenzaron finalmente en mayo de 2023 bajo la administración de Pere Aragonès, actual presidente en funciones del Ejecutivo catalán.
Los murales, creados durante la dictadura de Primo de Rivera entre 1926 y 1927, han sido considerados por Aragonès como «españolistas y anacrónicos». En un acto de inauguración del salón renovado, Aragonès justificó la retirada como «un acto de justicia y dignidad», destacando que estas obras reflejaban valores y narrativas impuestas por la dictadura que promovían el imperialismo y el colonialismo. La decisión de remover estos murales fue inicialmente tomada en una comisión presidida por Torra, alegando tanto razones estéticas como ideológicas. Según Torra, los murales exaltaban «valores guerreros, el orden estamental opuesto al parlamentarismo, la monarquía perenne y sagrada, el estado basado en el catolicismo, la lucha contra el Islam, y un patriotismo bélico e imperial».
Los murales consistían en 24 pinturas de gran formato ubicadas en las paredes laterales y 45 obras de menor tamaño en los arcos del techo, cubriendo un total de 860 metros cuadrados. Fueron pintados encima de obras de Joaquín Torres García, que había sido comisionado previamente por Prat de la Riba. Durante las labores de restauración, se descubrieron incisiones y restos de las pinturas originales de Torres García, que formaban parte de las composiciones renacentistas originales.
Renovación del Salón Sant Jordi
El proyecto de restauración ha buscado recuperar la arquitectura renacentista original del salón, diseñada por Pere Blai, y su estado estético y material previo a la intervención de 1926-1927. Se ha priorizado la limpieza y consolidación del estuco renacentista original y la restauración de la policromía. Además, se han destapado cuatro ventanas en la fachada principal que estaban tapiadas, permitiendo la entrada de luz natural al salón. La lámpara central fue retirada para mejorar la iluminación natural, y se restauró la decoración al fresco en la bóveda, obra de Torres García.
Durante la inauguración del renovado Salón Sant Jordi, Pere Aragonès destacó que la luz simboliza el vigor y la energía del espacio, abogando por dejar atrás la «oscuridad impuesta» por el régimen de Primo de Rivera. Aragonès afirmó que el salón es una expresión del arte renacentista y un símbolo de continuidad institucional. Subrayó la importancia de reconciliar el salón con su pasado y preservarlo como un «Gobern para toda la nación», instando a que sirva de inspiración para el futuro.