El día de yer como Fiesta Nacional en España se convirtió en un día especialmente complicado para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Los abucheos, las críticas de las víctimas del terrorismo y la creciente presión por los casos de corrupción, enfrentó uno de sus peores momentos en público desde que asumió el poder.
Pitidos y abucheos en el desfile militar
Pedro Sánchez, al igual que en años anteriores, acudió al desfile militar celebrado en el Paseo de la Castellana en Madrid. Sin embargo, desde su llegada, fue recibido con abucheos por parte de los asistentes, pese a los esfuerzos del dispositivo de seguridad por mantener al público alejado de la zona de autoridades. Los gritos e improperios se intensificaron cuando el presidente cruzaba la tribuna, mientras que los vivas al Rey Felipe VI dominaron el ambiente cuando el monarca hizo su aparición momentos después.
Sánchez también llamó la atención por acudir al evento sin seguir el protocolo de vestimenta. Vestido con un anorak con capucha que llevaba del revés, rompió con la tradicional etiqueta para este tipo de actos, lo que no pasó desapercibido para los observadores.
El momento más incómodo para Sánchez se produjo después del desfile, durante la recepción oficial en el Palacio Real. En un corrillo, la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Maite Araluce, se acercó al presidente para reprocharle, entre otras cosas, la decisión de su Gobierno de promover una ley que rebaja las penas de varios terroristas de ETA. Araluce le acusó de no tener respeto por las víctimas y de haberles abandonado, en referencia a la carta que le había enviado solicitando que frenara dicha ley.
Sánchez, visiblemente incómodo, respondió que no había leído la carta porque estaba de viaje, lo que no aplacó la crítica de Araluce, quien le dio de plazo hasta el día siguiente para rectificar la decisión tomada en el Congreso. Este enfrentamiento reflejó el malestar de las víctimas del terrorismo hacia el Ejecutivo, que en las últimas semanas ha sido fuertemente criticado por la aprobación de medidas que permiten la reducción de penas a una cuarentena de presos de ETA, incluidos históricos líderes de la organización terrorista como Txapote, Kantauri, Anboto y Gadafi.
La sombra de la corrupción
Además de las tensiones políticas, Sánchez enfrenta una creciente presión por varios casos de corrupción que involucran a su Gobierno y su entorno cercano. Uno de los temas más delicados es el ‘caso Koldo’, en el que el presidente ha intentado minimizar las acusaciones asegurando que ha actuado con «contundencia, prontitud y transparencia». Sin embargo, las revelaciones recientes de la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil) han complicado aún más la situación, sugiriendo que Sánchez estaba al tanto de la llegada de la vicepresidenta de Venezuela en el escándalo conocido como Delcygate.
Su esposa, Begoña Gómez, no asistió al desfile ni a la recepción, tal como ha sido habitual en los últimos años, pero su ausencia ha sido notable en esta ocasión debido a las investigaciones judiciales en su contra. A esto se suma la preocupación por los casos que afectan a David Sánchez, el hermano del presidente, que también ha sido investigado bajo el nombre de David Azagra.