Imagen: Europa Press
El regreso no detectado de Carles Puigdemont a Barcelona y su posterior fuga ante miles de personas han puesto en entredicho la actuación de los Mossos d’Esquadra. En un evento que capturó la atención mediática, Puigdemont logró desaparecer a bordo de un Honda HRV blanco, propiedad de un agente de la policía autonómica, generando una crisis de imagen y política con consecuencias imprevisibles. Este episodio ha señalado directamente a la cúpula policial, incluyendo al consejero de Interior saliente, Joan Ignasi Elena (ERC), y al comisario jefe Eduard Sallent.
Una fuga planeada
El incidente también ha sacado a la luz la existencia de un «grupo incontrolado» dentro del cuerpo policial que colabora de forma habitual con Puigdemont. Este grupo, según fuentes de la investigación, fue clave en la fuga del expresidente, quien logró ocultarse tras un panel en el escenario antes de escapar en el vehículo mencionado. La zona en la que estaba estacionado el coche, cerrada al tráfico por la misma policía, facilitó la rápida huida de Puigdemont.
Detenciones y crisis interna
El primer agente señalado, propietario del vehículo, fue detenido pero liberado tras la apertura de diligencias y la falta de solicitud de medidas cautelares por parte de la Fiscalía. Poco después, un segundo agente también fue arrestado por su participación en la fuga. Ambas detenciones han provocado una profunda crisis interna en el cuerpo, con solicitudes de habeas corpus por parte de los agentes y una investigación abierta para determinar la implicación de otros miembros de la policía.
Operación “Jaula” y la búsqueda de Puigdemont
A pesar de la puesta en marcha de la Operación Jaula tras la desaparición de Puigdemont, los Mossos sospechan que el líder independentista podría seguir en Barcelona. El dispositivo, que debía realizar la detención de forma «proporcional y en el momento más oportuno», según un comunicado oficial, ha sido criticado por su ineficacia. A pesar de los controles esporádicos en la ciudad, Puigdemont sigue sin ser localizado, lo que ha incrementado la presión sobre los responsables policiales.
La fuga de Puigdemont ha recordado a muchos el caso de Lluís Escolà, el agente que ayudó al expresidente a escapar en 2017 y que posteriormente fue designado escolta por el ex consejero de Interior, Miquel Buch. Escolà, condenado por su papel en aquella fuga, fue beneficiado por la amnistía junto a Buch, pero su historia vuelve a resonar en el actual escándalo.