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6 Oct 2024
6 Oct 2024
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Teletrabajo: trabaja mejor, trabaja más, vive peor

Del teletrabajo solo se cuenta lo bueno: ahorro en transporte, en tiempos y dineros, conciliación familiar, concentración, etc. ¿Y todo lo malo?

Imagen de: doble-d

El teletrabajo es uno de esos fenómenos sociales, porque es un fenómeno social más que laboral –si me apuran diré que es antisocial, luego me explico– del que solo se cuenta lo bueno: lo mucho que se ahorra uno en transporte, en tiempos y dineros; lo bien que se concilia el trabajo con la familia; lo muy concentrado que se trabaja; y todo el rendimiento extra que se le saca al tiempo de trabajo disponible. Se llega a la conclusión de que, en general, el teletrabajo es estupendo, algo a lo que aspirar en la vida, una cosa magnífica tanto para los trabajadores como para la empresa. Un win-win.

A mí lo de que todos ganen, pero sobre todo lo de que las empresas también ganen, que estén encantadas con el teletrabajo hasta el punto de fomentarlo me parece cuanto menos sospechoso. ¿Desde cuándo, en el sistema de libre mercado capitalista –nada en contra del libre mercado, ojo– lo que es bueno para el trabajador es bueno para la empresa?

Con las honrosas excepciones que confirman la regla, hace mucho tiempo que eso dejó de ser así. ¿No será, más bien, que las empresas han visto que el teletrabajo es bueno para ellas y nos hacen creer que es bueno para nosotros? O quizá –por aquello de que vivimos en el mundo al revés– hemos dado por bueno, o nos han convencido de que era bueno aquello que en realidad no lo es tanto.

En el teletrabajo se está mucho más tranquilo y más concentrado. Sin duda, porque en el teletrabajo se está muy solo. Sin compañeros, sin chascarrillos, sin risas, sin una vida que compartir, sin nada que mostrar que no sean los resultados. La cultura organizacional, el sentido de pertenencia, el team building que decían. Todo eso quedó en nada. El teletrabajo es el individuo frente a su rendimiento y su productividad.

En el teletrabajo se ahorra mucho en desplazamientos. Claro, porque en el teletrabajo se empieza y se termina trabajando en casa. Uno se ducha trabajando, desayuna trabajando, se toma el café trabajando, mea trabajando, come trabajando. No es que nos traigamos el trabajo a casa, es que la casa es el trabajo. No se sale de casa, por lo que tampoco se sale del trabajo.

En el teletrabajo se concilia mejor la vida laboral y la vida familiar. Je, je. Se te pone malo en niño, no dejas de trabajar: trabajas a la vez que te comes al niño en casa –la casa es el trabajo–. Te pones malo tú: trabajas igual, porque no sales de casa –la casa es el trabajo–. Terminas de trabajar, pero sigues trabajando, porque sigues en casa y no diferencias espacios –la casa es el trabajo–.

El indicio final de que en el teletrabajo hay gato encerrado, con todo lo concentrado que crees que estás, lo mucho que crees que ahorras en desplazamientos y todo lo que tú crees que acabas conciliando, es que en la empresa te dirán que, aunque teletrabajes, te pases por la oficina uno o dos días a la semana. Para que no te olvides de los grandes beneficios de la presencialidad y te acuerdes del favor que te hacen con el teletrabajo. Lo llaman «formato híbrido» –léase, desconfiamos de ti–; o mejor, «formato flexible» –léase, flexible para beneficio de la empresa, nunca del tuyo–.

¿En el teletrabajo trabajas mejor? Sí. ¿Trabajas más? También. ¿Vives peor? Desde luego.

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