El paro agrícola descendió en agosto un 2,6% según las últimas cifras publicadas. Estos datos en principio presentaban ser una buena noticia, pero el medio rural no los ha celebrado como el Gobierno se esperaba, a pesar de que es la primera vez que desde mediados de los 90, la cifra de ocupación ha bajado del millón de personas.
Joaquín Pérez Rey y Borja Suarez, secretarios de Estado de Trabajo y Seguridad Social, no han visto en estos una noticia demasiado importante debido a que es “normal” que el peso del sector primario en economías modernas tienda a bajar por factores “puramente estructurales” que se deben a la mecanización del campo y las mejoras de las técnicas de recolección, plantación y siembra.
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha querido vender que se “se está produciendo un cambio, una transformación que es profunda pero que se hace de una manera gradual y, por tanto, no produce perjuicios particulares a la gente más directamente afectada”, según han señalado ambos secretarios.
Un argumento que desde SOS Rural no comparten y su secretario general, Javier Poza, ha denunciado que de nuevo el Gobierno “cuenta las verdades a medias y distorsiona mucho la realidad”. Pero “como ya estamos acostumbrados a los comentarios surrealistas del Ejecutivo, parece que tenemos unas tragaderas infinitas y que nos toman por tontos”.
SOS Rural cuenta la verdad del descenso de desempleo en el campo
Javier Poza asegura que el motivo principal por el que la gente no quiere a trabajar en el campo es porque no sale rentable esta profesión: “Bajar del millón de ocupados se debe a una mayor tecnificación, pero también al aumento de los costes de producción y al abandono de las tierras de cultivo. Los costes de producción han aumentado desde el año 2018 de una forma exponencial y, al final, el campo no es rentable”.
El segundo motivo, señala Javier Poza, es que el SMI, Salario Mínimo Interprofesional, ha vivido un aumento acumulado de un 54% desde el pasado 2018, lo cual “ha hecho que los agricultores de las producciones más demandantes de empleo (fruta, hortalizas, viticultura y olivo) están apostando muy fuerte por la mecanización. Si aumentan los costes de producción y también los laborales, tienen que empezar a ahorrarse los salarios porque no salen las cuentas”.
El Gobierno no ha mostrado preocupación profunda por el descenso de la relevancia del campo en la economía, justificándolo por ser una situación que también atraviesa el resto de países europeos. Celebran que, mientras cae el empleo agrícola, crece “de manera continuada” el empleo en “actividades de alto valor añadido”.