Ya, ya. Ya lo sé. ¡Más obvio no he podido terminar (¡o comenzar!) el año. Pero cuando te ponen las bolas (de billar) como a Fernando VII, a uno tiende a salirle lo sicalíptico a las primeras de cambio. Y ya llevamos días con el deseo de la rima consonante en ciernes, lo que indica que, o bien las campañas de concienciación para la normalidad de la diversidad sexual LGTBIQ+ han sido un éxito, o bien lo que tenemos son unas ganas tremendas de dejar que nos den tanto por la retambufa y comenzar a dar. A dar a diestro y a siniestro. Porque todos tenemos un límite. Los pueblos incluidos. Que lo del 2 de mayo de aquel año lejanísimo no se crean que fue un chispazo que ocurriera por casualidad, sino el berrido final de mucha tocada de tegumentos gabacha previa. Y el español es un pueblo pasota y anarquista hasta que se le hinchan las gónadas, y entonces salen las de carraca de siete muelles a brillar y ya se ha liado parda.
Que aquí pasamos de gritar viva una cosa para gritar la contraria. Que como dijo aquel que berreaba ¡viva el rey! a la entrada de Alfonso XII, «¡más grité cuando echamos a la madre!». Un país de monárquicos republicanos, y de republicanos que lo son en cuanto que antimonárquicos. Y que a la postre, lo que al final cuenta, es que «sólo no sufren que les hablen alto», como decía Calderón de aquellos soldados fanfarrones de los Tercios. Y que por un quítame allá unos chambergos y acortar capas, menudo motín liaron. Y a lo tonto a lo tonto, la política macroeconómica de España será la leche, pero cuando la micro te marca que un carrito de la compra se paga ya con lechugas verdes de esas que no se veían nunca, y que hasta podrías ir con un binladen de a 500 napos y con eso se paga la comida de un mes, pues oye. Que son en cientos los que marcarán las cuentas de gas y electricidad en este invierno. Que la peña prefiere no ahorrar nada más que miseria y para eso me lo pulo, que tan quemado has salido de un encierro inconstitucional por el que nadie ha pagado, mientras que se lo han llevado crudo los que encima te pontificaban sobre la corrupción…
Pues eso. ¡Que la rima va a venir cargada de un ATPC todo, y para lo que me queda en el convento, aquí caiga yo y los filisteos, y que Dios reconozca a los suyos. Y me da que no se arregla con numeritos de hombre profundamente enamorado. Y como no se pongan las pilas todos, luego los lloros por el pendulazo que venga y que si los extremismos, que han debido de surgir como las esporas, por generación espontánea como se decía. Porque tenemos un gobierno cerril y una oposición aborregada. Un nacionalismo echado al monte para esquilmar las arcas públicas de todos, y un Estado con pinta de fallido y con ganas de mandar al guano los consensos de la Transición, el Régimen del 78, la Monarquía parlamentaria y constitucional, y todo sin saber para qué ni con intención de qué. Sin ideas más que las del odio, la confrontación, y que acabe todo como el rosario de la Aurora. Que a farolazos va a ser poco lo que acabe.
Nos viene un nuevo año. Y a mí me duele España. Pero les toca a otros bregar. Dejar de dar la brasa con que los Boomer somos los malvados de la película. Y luchar. Este año y el que viene y durante todo este siglo del que hemos consumido ya un cuarto. Y ni mierda coches voladores ni viajes a Marte tenemos. A una generación ilusionada con el futuro también nos timaron. Que no os timen a vosotros. ¡Ah! Y Feliz Año Nuevo.