He pensado que sería un detalle que el Estado me amnistíe. No que me perdone. Ni que simplemente me condone alguna que otra multa de tráfico, como una que me han puesto y ando en recursos y requeterecursos porque no me quieren admitir lo que les planteo con toda la Ley, la jurisprudencia en mano, el bien mayor, y aquello del In dubio pro reo y tal y tal. Y creo que debo de andar tardo en pagar alguna cosilla impositiva, porque ya se sabe qué mal se nos da a los autónomos las trimestrales y estar al tanto y punto con Hacienda, que a la primera que te despistas y te retrasas, ahí que te cae multa, recargo e intereses. ¡Maldito presunto evasor, qué te has creído! Delitos no creo que tenga para pedir algún indulto, pues me acordaría. Que aunque soy de natural despistado, yo creo que no tengo el alféizar en tan mal estado a mi provecta pero aún no senil, edad, para olvidar algo tan gordo. Pero nunca se sabe. Que tal vez delitos de amores pude llegar a cometer, aunque más por omisión que por otra cosa.
Pues yo lo de las señales esas que dicen que mandan las mujeres (que es para mí el bello sexo que me gusta, qué se le va a hacer, soy un clásico), pues como que no me llegan. Como no me lancen el emisor directamente a escalabrarme el colodrillo, ¡ni en morse me llega! Y a acosador no alcanzo, pues lo más que he llegado es a pagafantas. Que en tiempos de aquellos guateques, que los más jóvenes de mis lectores sabrán de ellos por los libros de antropología, en los mismos yo era el encargado de cambiar los singles del agarrao en el pick-up.
Pero es que, viendo cómo está el panorama político patrio, donde parece ser que haga uno la barrabasada que haga, pues que no pasa nada porque todo se borra como si vieran los de Men – in – Black con la linternica esa de led a lo bestia. Que es mirarla sin gafas y no te acuerdas ni de cómo quedó la final de la Champions. ¡O aunque dé uno un golpe de Estado, eh! Que no se crean que hablo de andar algo largo en las comisiones; un llevarte los mortadelos de curso legal en sobres sin nombre; o un decir que eres lo que no eres pero darte el suficiente pote para decir que tienes títulos que nunca has sacado, y con eso andar de conseguidor de lo que sin tu rúbrica pues como que ni de coña. Ná.
Amnistía para todos
Eso son bagatelas. Tontunas de miserables que no miran más allá de ponerse púos de marisco (aunque no hubieran visto más gambas que las arroceras de la paella del bar del barrio), o de hacerse con yates de a veinte varas de eslora como poco (aunque te hayas mareado hasta en las barcas del Retiro). ¡Aquí hablamos de poner todo el Estado de Derecho del revés! De conseguir una impunidad por la que, no sólo te absuelven de lo que hubieras hecho, ¡sino que te piden perdón y hasta te dan una tarjeta multiusos para un meublé de lujo en el Viso! Lo que te haga falta, que no haya miserias, por favor. Le rogamos que nos disculpe que estuvimos tontísimos aplicando preceptos constitucionales para garantizar la convivencia real entre todos los ciudadanos y ciudadanas por aquello de que somos todos iguales ante la Ley.
Y por eso he pensado que sería un detalle que el gobierno me amnistiara. ¡Pero no por lo que haya podido hacer! Que ya ven qué castaña de archivillano soy. Sino por lo que pudiera hacer en un futuro. Total, haga lo que haga, como luego va a ser reducido al olvido, como si no hubiera pasado, pues eso. Que vamos a ir ganando tiempo ya si eso, y así ganamos todos. El Estado porque me tendrá como un fiel (o no) súbdito suyo. Como un probo (o no) pagador de mis deudas. Como un ciudadano ejemplar (o no) de esta nuestra España. Dará igual. Y un servidor porque estaré amnistiado y así no tienen que preocuparse más de mí, ni yo de que si cometiera una felonía, caso de que lo volviera a hacer, pues pelillos a la mar porque aquí no ha pasado nada. Circulen. Ah… ¡qué buena idea si el gobierno tuviera ese detalle conmigo! Que digo yo, que por qué sólo conmigo. O con unos cuantos señores de Cataluña. ¡Amnistía para todos! ¡Amnistíese! Que el gobierno ha abierto la barra libre, ¡ea!
