Excelentísima Doctora Sheinbaum, presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos: ¡Es VE una cansina! Que lo sepa. De tomo y lomo. De verdad, hágaselo mirar porque parece que todos los problemas del país del que ha tomado posesión, están imbricados en que hace más de 500 años, un tal Hernán Cortés, como si de una peli mala de Marvel fuera, llegó con el Arcabuz del Destino y, tras robar las joyas de la corona del tlaotani Moctezuma Xocoyotzin, chasqueó el gatillo para con un solo disparo, genocidiar a todos los mexicanos y mexicanas (así les llama Vd. a quienes vivían en ese pequeño territorio, apenas una décima parte de lo que fue la Nueva España, donde supongo que ya ondeaban la tricolor de esa república nacida en 1821), y hacerles desaparecer en una multimatanza orquestada por un ejército de belfegores, amoneos, leviatanes, belcebús, y satanases, todos cubiertos por morriones de donde salían cuernos flamígeros, montados a lomos de monturas infernales con ojos en llamas, colmillos de sable y aliento de muerte, que ondeaban la bandera bicolor de España entre estentóreas carcajadas, mientras ancianos y mujeres eran pisoteados por las bestias luciferinas, cuando dejaban de masticar la carne de niños arrancados a sus madres de sus pechos, tras forzarlas hasta quebrarlas.
Dice VE que va a seguir insistiendo en la petición de perdón por aquel aquelarre español y mucho español ocurrido entonces, con esa cara lánguida y mohína, como de haberlo vivido en carne propia, cual descendiente directa de una mexica de aquellas generaciones ancestrales que emigraron desde Aztlán hasta encontrar ese lugar que llamaron Tenochtitlán, donde los quetzales revoloteaban juguetones, los jóvenes iban a instruirse en colegios en materias nunca vistas y conocidas en el viejo continente a levante (¡panda de ignorantes, que ni la más elemental higiene conocían!), mientras que los hombres recolectaban, cuidadosos con la madre tierra y agradeciendo al padre sol, acabando la jornada jugando a la pelota entre inocentes risas que retumbaban en ese paraíso primigenio que eran las lindes del bondadoso imperio azteca. Donde otros pueblos iban gustosos a ofrecerles su cariño y hasta sus corazones palpitantes con amor y alegría, cantando floridas canciones de alabanza al hermoso y bondadoso Huitzilopochtli.
Es una exigencia que, bien es cierto, no le ha hecho a la representante de los Estados Unidos de América, la mujer del presidente Biden, pues sólo estamos hablando de que les hurtarían lo que hoy son los actuales Estados de California, Arizona, Nuevo México, casi todo Texas, Nevada, Utah y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Vamos, que serían casi el doble de grande, y ricos como Cresos pues todo el famoso petróleo sería suyo, por no hablar del oro californiano. Pero no. Eso no les importa. Les importa una cantidad de oro que fue la equivalente en 150 años a lo que sólo en 5 ha sacado su antecesor, el también Excelentísimo Cansino López Obrador. Pero no se apure, que ha podido contar con el apoyo de la eurodiputada y ex ministra del Reino de España, la hipermegafeminista Irene Montero que, tras hacerse una foto junto al mural de uno de los cabestros machistas puramente mexicano, como fue el maltratador Diego Rivera, seguro que le dijo que lo de las más de 3.000 mujeres, niñas y adolescentes asesinadas al año, tampoco es para tanto, porque donde el heteropatriarcado es ley es en esta España tan malvada y vengativa que se niega a pedir perdón a un país que no existía sobre unos derechos humanos que no eran tenidos por tales, pues tampoco hubo nada que se pudiera llamar así hasta que los fascistas de la Escuela de Salamanca, los meapilas de los Suárez, Vitoria, Soto, y demás, les diera por hablar de ello. ¡Qué más da! España tiene que pedir perdón a un país cuyas víctimas por el narcotráfico se cuentan por centenares de miles. Donde más de 21 millones de personas sufrieron un delito al año, en un país donde la inseguridad puede incluso vestir de uniforme, pues la impunidad es del 98.8%. ¡Vaya justicia, oiga!
Pero seguro que todo esto se arreglaba en un plis-plás en cuanto Felipe VI, rey de España, su Jefe del Estado, y al que han decidido no invitar por no pedir perdón por lo que hizo el odiado extremeño, el auténtico Malinche, en nombre de Carlos I de España, emperador del Sacro Imperio Germánico, el Destructor de Mundos y padre encima de Darth Felipe II Vader, el archivillano de todos los tiempos donde su mal no era suficiente por todo el orbe, hubiera pedido perdón. La verdad es que qué oportunidad perdida. No de pedir ese perdón. Sino de haber hecho el ridículo con esa petición. Y lo que es peor. Seguir empecinada en ello. Ande a gobernar y deje de buscar culpas en siglos pretéritos, ¡que bastante trabajo tiene, so cansina! Y que la Virgen de Guadalupe le guíe. Porque si no me temo que el Dios de la lluvia volverá a llover sobre México…