Dicen los críticos que la mediocridad se ha hecho con la sociedad, que ya nadie se esfuerza como antes, que la gente trabaja peor, que los estudiantes no tienen pensamiento crítico y que a la mínima oportunidad huyen despavoridos de las aulas. Dicen los críticos que ahora todo es mucho más fácil, que la gente de ahora es una acomodada, fíjate que ahora a uno le traen la comida a casa, casa que igual compartes con otras tres personas, pero eso ya es otro tema. Encima la gente es una desagradecida, tantas comodidades a nuestro alcance y no soltamos ni un triste gracias.
Si nos ponemos a hablar de mediocridad hay que tocar el tema de la educación, porque en los colegios se acepta y se cultiva la mediocridad. La mediocridad se cultiva en las aulas porque es allí donde se encuentran los futuros votantes, los políticos saben bien donde se encuentra el futuro electorado, lo que en buena medida explica la retahíla de regulaciones en materia educativa que hemos visto en España, cada una deshaciendo la anterior. Seamos francos, los resultados obtenidos en el Informe PISA de 2023 fueron bastante malos, además España se ha hecho con un nuevo récord, cada vez más alumnos de secundaria se gradúan con asignaturas suspendidas. Y es que, gracias a la última reforma en materia educativa, un alumno de secundaria puede graduarse sin límite de suspensos, quedando al arbitrio del equipo docente si dar el pase o no al alumno. Oigan, es que suspender a un alumno bien podría empezar a considerarse un deporte de riesgo, porque existe la posibilidad de que el alumno se ponga triste o se enfade y hombre nadie quiere eso. Total, repetir curso ya no se lleva y el pensamiento crítico está sobrevalorado.
Si es que ya todo se da por bueno, ninguna respuesta es incorrecta, no se cometen fallos. Me viene a la mente un cortometraje que se hizo viral hace ya unos años, matemáticas alternativas se llama. Una profesora de matemáticas intenta explicarle a uno de sus alumnos que el resultado de hacer 2 + 2 es 4, no 22. Los padres del niño, indignados, le preguntan que quién es ella para decir que su respuesta es la correcta y no la de su hijo. Los padres, el director del colegio… todos acaban enfrentados con la profesora. Les invito a que vean el cortometraje, así compartirán mi asombro.
Me pregunto cuál es el incentivo de un alumno para aprobar todas las asignaturas sabiendo que, aun con suspensos, tiene posibilidades de pasar de curso. Así sólo se crean generaciones que no conocen lo que es el esfuerzo, que no conocen el sacrificio que se requiere para alcanzar las metas deseadas. Se huye de todo lo que denota cierto grado de dificultad, se esquiva lo que invita a reflexionar y todo lo que no sea permanecer en la zona de confort es repudiado.
No solo hemos aceptado la mediocridad, sino que la buscamos, y una vez la encontramos, la abrazamos. Dónde van a quedar la brillantez, el mérito o la dedicación, esas cualidades ya no se premian, no vaya a ser que haya quien se moleste o salten los envidiosos a quejarse. El rechazo hacia el trabajo duro solo conduce al estancamiento, a la ausencia total de motivación. La cultura del esfuerzo está en peligro de extinción, por eso es preciso protegerla y defenderla.
No se engañen, una sociedad que no piensa, que no tiene pensamiento crítico, es una sociedad sumisa, es una sociedad que nunca será capaz de levantar la voz ante la injusticia y que dejará que la pasen por encima. Quienes se dedican a abrazar la mediocridad están pensando en su futuro, en su perpetuidad en el poder, así no habrá nadie que cuestione sus decisiones ni su valía, no los habrá porque ya no habrá críticos ni pensadores, solo un dócil rebaño.