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Llega el verano y eso significa Eurocopa, una de las citas más importantes para los amantes de fútbol. Aunque me gustaría, no hablaré de temas futbolísticos esta vez, sino de las élites y el pueblo europeo porque, además de la Eurocopa, se celebra en Italia el G-7 con Giorgia Meloni como anfitriona.
El papel del fútbol en la desconexión entre élites y el pueblo
Ayer, en el descanso de uno de los partidos, en el telediario nocturno se intercalaban imágenes de las aficiones de las selecciones europeas en Alemania, lugar de celebración del torneo, y las reuniones de los máximos dirigentes del planeta en el G-7. Me llamó la atención la desconexión total que hay entre élites y pueblo. Veía a los aficionados al fútbol de todos los países de Europa celebrar la fiesta del fútbol sin apenas incidentes. Miles de personas con distintas culturas hermanadas como un solo pueblo, unidas por algo que muchos considerarán, erróneamente, banal: el fútbol.
Mientras tanto, nuestros gobernantes se reúnen en grandes palacios hablando de futuras guerras en Europa y supuestos problemas que, en realidad, no existen. Si bien es cierto que la geopolítica y el día a día de una persona son mundos completamente distintos, es igualmente cierto que los dirigentes europeos están completamente desconectados con la realidad de los problemas reales de Europa y sus ciudadanos.
También podemos observarlo desde la perspectiva que presenta el fútbol como el opio del pueblo. Mientras los gobernantes tratan los temas realmente importantes de la sociedad, ésta se entretiene con el deporte: pan y circo, pero sobre todo circo. Y es que el deporte siempre ha sido utilizado por el poder para entretener al pueblo, desde la antigua Grecia y Roma. Ustedes eligen con qué quedarse. Compren el relato que compren, lo que es totalmente cierto es que las élites dirigentes van por un lado, el pueblo va por otro, y en medio tenemos el fútbol.
El poder cohesionador del fútbol
La desconexión entre pueblo y élites ha existido durante toda la historia, pero conforme el tamaño del Estado aumenta esa desconexión se vuelve mayor. La Unión Europea se ha convertido en un mastodonte burocrático que desde Bruselas dictamina como debe actuar un agricultor aragonés o nos empuja a comprar coches eléctricos que ni siquiera podemos pagar, convirtiendo el coche en un objeto de lujo.
Mientras los políticos europeos y mundiales intentan modificar el mundo a su gusto y crear discrepancias entre distintos países, los ciudadanos a los que gobiernan están disfrutando del fútbol.
Europa debería ser eso mismo, pueblos completamente distintos, pero a la vez hermanados en una idea común de civilización. Menos políticos dictaminando el futuro de gente cuyas necesidades no conocen y más sociedad civil cooperando. Que los europeos disfruten del fútbol, una de las pocas cosas que aún les permiten conservar. Han hecho mucho más por hermanar Europa unos partidos de fútbol entre distintas naciones que cientos de reuniones de los dirigentes de esos mismos países, por lo que sólo me queda decir: más fútbol y menos burocracia.
