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24 Nov 2024
24 Nov 2024
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Gladiator II: naumaquias, rinocerontes, rap, Jokers y mucha nostalgia

Tras visionar el primer avance la cosa pinta muy bien: han jugado a tope factor nostalgia; Pau Mescal es un acierto y Denzel Washington parece recién salido de American Gangster; hay una naumaquia imposible y hasta un rinoceronte gigante, mucho rap y emperadores que parecen mellizos del Joker

Esta semana la Paramount ha lanzado el tráiler de la esperada Gladiator II de Ridley Scott. Me viene, como a una mayoría de espectadores, el recuerdo de su primera entrega, allá por los comienzos del siglo XXI –para los millennials como yo, aquella fue una de las primeras películas de acción adultas que vimos cuando todavía no teníamos edad para ver una película así–. Tan solo la memoria de lo disfrutado es suficiente para quitarnos el mal sabor de boca de la infumable Napoleón (2023), que por salvarse no se salvaba ni por el montaje; si acaso por los vestuarios, la ambientación… quizá también por las escenas de batallas, a pesar de su irrealidad histórica, irrealidad de las batallas y de toda la película en general.

El Gladiator que llega este año, como su antecesor en la saga de hace veinticuatro años y el reciente Napoleón, no es que tenga muchas más dosis de verdad histórica. El tráiler es en buena medida un avance del atracón de errores históricos que nos vamos a dar en el cine. Pero ya se sabe que Scott hace lo que le da la gana con la Historia en sus películas –que para eso son suyas– y a estas alturas eso no sorprende a nadie.

Si con Napoleón hacer lo que le diera la gana no tenía ningún sentido –¿por qué hacer una película sobre un personaje histórico si no quieres respetar mínimamente su historia?–, con Gladiator, que es ante todo una ficción, hacer lo que le dé la gana es hasta deseable. Es más, es lo que se espera de esta película. Es lo que buscamos todos aquellos que iremos a verla para rememorar la épica de Máximo Décimo Meridio: una gran entrega, a la altura de la primera –aunque difícil– que deje de lado la Historia a cambio de ofrecernos una gran historia, bien contada y grabada con toda la espectacularidad posible.

Tras visionar el primer avance, la cosa pinta muy bien. Hay recuerdos a la primera película, nada más comenzar: el nombre de Máximo grabado en piedra, su espada, el mismísimo Russell Crowe. La nostalgia del recuerdo cuando este fue tan bueno siempre es un acierto. Lo que vemos después termina por explotar el recurso: el mismísimo Paul Mescal que vimos en la primera película, solo que con veinticuatro años más y listo para protagonizar. Este es para mí el mayor acierto; no he visto todavía la película y ya me la creo porque me creo a Mescal en el papel –diría que este será la actuación que haga explotar su carrera–.

Luego –en el segundo diecisiete– empieza la épica. Denzel Washington haciendo las veces de traficante de armas, de esclavos y amo de gladiadores de la antigua Roma. Cuando aparece en pantalla crees estar viéndole otra vez en American Gangster o Training Day, pirsin incluido. Si sacara una pipa en cualquier momento de la película no solo no te darías cuenta del anacronismo, sino que al no hacerlo lo echas de menos.

Después sale una naumaquia, otro punto a favor, porque aunque nunca se celebró ninguna en el Coliseo porque eran demasiado caras y la infraestructura subterránea del anfiteatro para el momento en el que se ambienta la película ya no lo permitía, Scott tiene los efectos especiales necesarios para compensarlo, y los amantes de la historia que nunca hemos visto ninguna se lo agradecemos; veremos una espectacular, mejor, más grande y más sangrienta que cualquiera que hubieran podido organizar los romanos.

Todo esto antes del segundo cuarenta, cuando llegan los malos, Caracalla y Geta. Ambos han sido maquillados tanto como para no corresponder a sus análogos históricos, pero, en cambio, parecerse bastante al Joker. Pensaron que si Joaquin Phoenix ya no estaba en cuerpo, que al menos estuviera en alma, y vaya si lo han conseguido: hay momento pulgar hacia abajo, un guiño al gesto de Phoenix como Commodo en la primera que quedó para la posteridad en forma de GIF en los comentarios de X y los grupos de WhatsApp. Al otro pseudomalo –tengo la ligera sospecha de que no será del todo malo–, el general Acacio interpretado por Pedro Pascal, de momento me lo creo menos. Pero es Pedro Pascal, todo se andará o se le perdonará.

Y poco más. Del segundo cuarenta hasta el final, un rinoceronte dopado que parece un kaiju y nos transporta al cine tokusatsu –un Godzilla, vamos–, y música rap a todo trapo que es lo que en realidad ha focalizado todas las críticas en redes sociales. A mí no me parece del todo mal. Habrá más avances y en ellos o en la película estoy seguro de que traerán motivos de la música original; otra vez el juego de la nostalgia. De todas formas, digo yo que con o sin Hans Zimmer, si mi generación tuvo su momento con Gladiator I, ahora los chavales querrán tener el suyo con Gladiator II y eso es lo que se lleva ahora. No igualará a la primera entrega, pero tampoco se trata de eso. Mucho me temo que será un peliculón.

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