Hércules

Registrarse

|

Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

|

21 Dic 2024
21 Dic 2024
EN VIVO

Juan de Mariana o la libertad frente al poder

Una figura olvidada en España pero clave en el mundo entero

Hace apenas unos días recordábamos el cuarto centenario de la muerte de una de las figuras más importantes de la cultura española del Siglo de Oro. Un pensador cuyas ideas han tenido repercusión más allá de nuestras fronteras y que, pese a la distancia temporal, sigue siendo aún fuente de inspiración fecunda, con esa vitalidad que poseen los grandes clásicos. Alguien que, desde la libertad, reflexionó sobre las principales cuestiones teológicas, morales, históricas y económicas de su tiempo.

Juan de Mariana, nuestro protagonista, se encuentra entre los últimos representantes de la que, quizá, ha sido la mayor aportación del pensamiento español a la cultura occidental, la Escuela de Salamanca, nacida a la sombra de la renovación que se produjo en la vieja universidad salmantina a principios del siglo XVI, dentro de un marco más amplio de floración excepcional, por su calidad y cantidad de figuras, el de la cultura española desde el final de la Edad Media, bajo el reinado de los Reyes Católicos, hasta bien entrado el siglo XVII, cuando el Barroco y la Reforma tridentina establezcan otros parámetros, también ricos, pero sin comparación con la centuria y media precedente.

Posiblemente, en otro país que se autoflagelara menos, una pléyade tan extraordinaria como la que se dio en la entonces  llamada Monarquía Católica de España, que incluye desde pensadores a artistas, pasando por todo un abanico de ámbitos diferentes, con figuras como Francisco de Vitoria, Teresa de Jesús, Juan de Ávila, Martín de Azpilcueta, los Berruguete, Lope de Vega, Velázquez o nuestro protagonista, por señalar algunos, sería motivo de orgullo nacional, de legítima causa de satisfacción, de fuente ubérrima en la que seguir bebiendo. Sumidos en el combate entre negrolegendarios y rosalegendarios, olvidamos valorar, con la ponderación necesaria, las muchas luces y las inseparables sombras de nuestra historia, y, entretanto, perdiendo energías en debates estériles, arrinconamos figuras que de haber nacido en la campiña inglesa o entre los viñedos borgoñones, tendrían una repercusión mundial.

La riqueza de nuestro pasado

Afortunadamente somos muchos quienes, valorando nuestro rico pasado con toda su amplia gama de matices, positivos y negativos, no nos resignamos a esa parálisis intelectual, sino que, mirando a quienes nos precedieron, tratamos de que su legado no sólo no se olvide, sino que siga operante. Y el centenario del padre Mariana, pese a la discreción con que ha sido celebrado, ha ofrecido interesantes iniciativas, que creo permitirán una recuperación -y profundización- de su rico pensamiento.

Porque aquél jesuita tímido y algo retraído, quizá por ser hijo natural de un canónigo, desarrolló algunas ideas geniales, que le llevaron a enfrentarse con el poder, encarnado por el todopoderoso valido de Felipe III, el duque de Lerma. Nacido en 1536 en Talavera de la Reina, en tierras del arzobispado de Toledo, el más rico e importante de la monarquía, ingresó en la joven Compañía de Jesús. Estudiante en Alcalá, cuya Universidad, fundada por el cardenal Cisneros, era el centro del Humanismo español, fue profesor más tarde en Roma, Loreto, Mesina y París. Problemas de salud le llevaron a vivir los últimos cincuenta años de su vida en Toledo, con el breve paréntesis de los quince meses que pasó en prisión por las ideas defendidas en su Tratado y discurso sobre la moneda de vellón. Su doctrina sobre el tiranicidio, expresada en el De Rege et regis institutione, y que parece justificar el asesinato de Enrique III de Francia (aunque Mariana rechazó el de Enrique IV), ocurrido unos diez años antes de la publicación del libro en Toledo el 1599, es, sin embargo, secundaria en dicha obra, un manual para el buen gobierno del reino, dedicado a Felipe III, en el que recordaba al monarca el deber de gobernar buscando el bien común. Mariana, defensor de la ley natural frente a la positiva, era partidario de la limitación del poder civil. En el Tratado recordaba –algo muy pertinente hoy- que el rey –el Estado- no es dueño de los bienes de los súbditos -ciudadanos-, denunciando que la disminución del valor real de la aleación de las monedas, aunque beneficiaba al erario real, generaba una desastrosa inflación, repercutiendo negativamente en la población.

Volver sobre la obra de Mariana es profundizar sobre el sentido del Gobierno como servidor de la comunidad, del bien de todos, no de intereses partidistas; recordar la libertad del individuo, del ciudadano, frente a los poderes estatales. Ser conscientes, en definitiva, de nuestro valor como personas libres, presupuesto imprescindible para ejercer plenamente nuestra ciudadanía.

Hace unos días pude visitar la tumba, tan desconocida y olvidada, del padre Mariana, en el ochavo de la iglesia de la Compañía de Jesús en Toledo. Un hermoso ámbito barroco que los turistas que visitan el templo ignoran, ansiosos por subir a las torres desde las que se divisa un magnífico panorama de la Ciudad Imperial. Y pensé que si hubiera nacido en Londres o muerto en París, sería un lugar de memoria nacional, como el sepulcro de Shakespeare o la tumba de Napoleón. Tenemos aún mucho camino que recorrer en el reconocimiento de nuestros grandes maestros. Comenzando por leerlos.

Comparte la nota

Deja un comentario

Noticias relacionadas

De Aldama

Aldama somos todos

La corrupción es también una forma de competencia frente al monopolio del Estado, aunque sea...

Vox está decidido a hundir a la clase media

El partido liderado por Santiago Abascal vuelve a la carga, esta vez contra el consumidor...
No hay más noticias
Scroll al inicio

Secciones

Secciones