¿Cuál es la deuda de Sánchez con Marruecos?/ Imágen de Europa Press, E-Noticies
El viaje relámpago del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Marruecos es otra muestra de debilidad a nivel geopolítico. Es lamentable ver cómo nos ponen la bota en el cuello; y como una satrapía teócrata está condicionando nuestra política exterior.
El problema no es el pueblo marroquí, quien lamentablemente tiene que sufrir a un monarca siniestro y tétrico. El problema es la impunidad con la que se chantajea, las ansias cuasimperialistas de este sátrapa; y el hecho de que «la extorsión» de este personaje no levante un solo ápice de furia en la sociedad española. El pueblo marroquí vive en una dictadura, con presos políticos en condiciones infrahumanas y bajo torturas; sino que se lo pregunten al periodista Omar Al Radi. ¿Por qué Pedro Sánchez, adalid de los Derechos Humanos, no visita este Marruecos?
De un lado tenemos al sátrapa. Un tipo con ínfulas de sultán Almohade que no llega ni a reyezuelo de taifa. Un hipócrita que se erige como adalid de la moralidad pública; y que sin embargo pasa más horas en París, en su parque de diversiones. Un tipo que quiere hacer de España su estado satélite.
No tiene respeto a ningún nivel, parece que hereda un pensamiento revanchista; recibirnos con la bandera del revés y con una estatua del caudillo Tarik. Que hubiera pasado si aquí se le recibiera bajo estatuas de, Pelayo, Alfonso VIII o de los Reyes Católicos. Me imagino a mucho acomplejado nacional diciendo que sería una provocación racista e islamófoba; pero aquí la clase política no tiene arrestos para plantar cara ante tales improperios.
Del otro lado tenemos al lacayo, nuestro presidente. Un hombre con bonito rostro y percha de comercial, garante de las “causas chulis”; la reencarnación de Witiza. Quien no duda en agacharse y convertirse en el «lamedor de babuchas profesional» del sátrapa; una insultante actitud que nos defenestra y nos lastra. Resulta del todo incomprensible su falta de coraje ante tal humillación, así como, lo inane de su persona al relegarnos a un papel de servidumbre.
Esta relación de sumisión, que no deja de ser una cochina burla hacia el pueblo español. Implica la existencia de una sangrante realidad, el ver como se ha espiado a altos cargos del gobierno, el uso del sistema pegasus y «la extorsión» que se hace para que exista este vasallaje chusquero. Si el lacayo tuviera honor, diría con que está siendo extorsionado. Y si tuviera decencia dimitiría.
Las humillaciones son varias y las ansias expansionistas del alauita taifero son claras: Canarias, Ceuta y Melilla. Con el Sahara se cumplió a la perfección, dejando tirado al pueblo saharaui con el beneplácito del lacayo, quien de forma repulsiva reconoció en una carta el giro de postura diplomática sobre el Sahara. También otra repugnante acción de presión es la que se ejerce a nivel fronterizo; el usar los tornos fronterizos para desbordar las fronteras con miles de migrantes cuando se cumple con el Derecho Internacional atendiendo al líder del Frente Polisario, Brahim Gali.
La baja catadura moral de estos dos elementos no tiene paragón. Ante todo, siempre está la misma pregunta ¿Qué le debe Sánchez a Marruecos, más en concreto, al sátrapa?
De momento unos 45.000 mil millones en abstracto. Que recibimos a cambio, su pasividad absoluta en la lucha contra el narcotráfico, sus ataques a la soberanía territorial española, el uso de los migrantes como ariete de presión o el ver como desde el parlamento marroquí se llama a sus nacionales residentes en España; para hacer lobby y favorecer los intereses del Alauita.
Desde luego el papel de vasallo, Sánchez lo cumple a la perfección. Acude al llamado de su señor cuando este le requiere; así como su señor le da plantón si es menester. Y es cierta una de las cosas que este lacayo dijo, las relaciones entre ambos países son las mejores en décadas. Serán las mejores en décadas para los intereses de ese reyezuelo que sueña con ser Tarik . Entiendo que el presidente de un país, debe preservar los intereses más favorables para la nación que representa. No plegarse así a los intereses de semejante personaje.
Queridos lectores, clamar por mirar de tú a tú al país vecino y no vivir subyugados es una reivindicación más que justa. Querer que nuestros representantes políticos no estén arrodillados o sean adláteres de potencias extranjeras también es algo justo. Si desde los medios de comunicación callan sobre esta cuestión, desde Hércules daremos la batalla.