Hemos pasado unos meses de pensamiento mágico, donde los columnistas y tertulianos afines al Partido Popular nos han machacado el mantra de que Vox iba a desaparecer, siguiendo el mismo camino que UPyD y Ciudadanos. Parece que ese espejismo comienza a desvanecerse, como bien explican columnistas contrarios a Vox, por ejemplo Josep Martí Blanch en El Confidencial: «La paradoja para Núñez Feijóo es que cuanto más apunte a la moderación, o si lo prefieren al sentido de estado, mejor para Vox», apunta. El partido verde se ha convertido en una gota malaya que taladra a los populares.
Si algo nos enseña cada día el telediario es que las elecciones ya no se ganan conquistando el centro, sino escuchando con atención a los votantes vulnerables y ofreciéndoles soluciones en las que puedan confiar. Feijóo se pasó el verano sin coger el teléfono a Abascal pero acudiendo a la finca extremeña de Felipe González para escuchar sus consejos del estadista retirado. Da la impresion de que el expresidente gallego intenta ganar elecciones de los años veinte con enfoques de los felices ochenta y noventa. El escenario cultural hoy es totalmente distinto: en aquella época, Fukuyama escribía que la democracia liberal era la última estación del tren de la historia y ahora acaba de admitir en una potente pieza del Financial Times que la victoria de Trump es un voto de rechazo de Estados Unidos al liberalismo. El mundo cada día es más iliberal.
Propongo una pregunta sencilla, con unas gotas de mala leche, para ayudar a situarmos: ¿quién diría usted que son los perfiles con más tirón del Partido Popular? Sin duda el primero es Isabel Díaz Ayuso, cuyo fondo y formas están mucho más cerca de Vox y de Donald Trump que de Cuca Gamarra y Borja Sémper. Otro podría ser Xavier Albiol, que arrasa en Badalona con un discurso de orden, contra la emigración ilegal y los okupas. Cierto que también hay perfiles moderados que triunfan, por ejemplo Moreno Bonilla, pero este todavía no ha tenido que enfrentarse en las urnas a ningún líder potente de la nueva derecha, ya que Macarena Olona simplemente perdió los papeles en su campaña. Dentro de tres años, el PP volverá a presentarse ante los andaluces para defender una acción de gobierno que parece diseñada por un asesor sanchista: mucha preocupación por el cambio climático, por el encaje plurinacional del habla andaluza y brazos abiertos a la inmigración mientras sube el paro y los problemas de vivienda.