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5 Jul 2024
5 Jul 2024
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La Mentira en la Política

Al final del día, todos queremos lo mismo: vivir en una sociedad donde se valore la integridad y se respete la dignidad de cada individuo

Como os pasará a más de uno de vosotros, una de las personas a las que más quiero y respeto tiene opiniones totalmente opuestas a las mías. Sin embargo, nos respetamos. Y no solo eso, sino que disfrutamos discutiendo temas públicamente controvertidos y polémicos. Lo hacemos porque todo lo demás es común a ambos, y sabemos que, de una forma u otra, ambos queremos lo mejor para el otro. Eso sí, de manera diferente.

Dicho esto, ¿acaso nos mentimos al hablar sobre algo? ¿Acaso mentimos en nuestra vida diaria? La mayoría no lo hacemos. ¿Por qué, entonces, lo permitimos en otros ámbitos, como en la política?

El motivo por el que sentimos rechazo hacia determinados políticos no es porque tengan otra ideología, sino porque son personas que mienten abiertamente. Yo soy profundamente liberal en la mayoría de los campos, pero no tengo ningún problema en vivir en una sociedad como la actual, junto a todos vosotros, aunque existan ciertos temas que gestionaría de otra forma. Hay que respetar las mayorías, pero no hay que permitir el engaño y el juego sucio.

La mayoría de nosotros no tenemos problemas con el vecino por pensar diferente, sino con la persona que trata de engañarnos. Nadie viviría obsesionado con la política si tuviera sus necesidades cubiertas. Y ojo, las necesidades no solo son físicas; también existen necesidades básicas en materia de dignidad. Atentar contra el sentido común es muy grave para muchas personas, y no es malo reconocerlo. El ser humano está configurado para solucionar problemas, y negar la evidencia puede resultar muy frustrante.

¿Cómo catalogarías a alguien que te miente constantemente? Yo les llamo tramposos, mentirosos, embusteros… Si alguien se siente insultado, debería reflexionar y preguntarse por qué. Si te estás incomodando, es probable que no seas muy digno de confianza. Y ojo, no estoy hablando de pequeñas mentiras o traumas pasados relacionados con la sinceridad. Me refiero al uso sistemático de la mentira como herramienta de trabajo.

Soy una persona discreta. Entiendo que debas guardar información para ejercer correctamente. Todos lo hacemos. Pero mentir deliberadamente es cruzar ciertos límites. ¿Dónde quedó aquello de esquivar la respuesta con tal de no mentir? Crecí con políticos esquivando preguntas. Ahora lo recuerdo con nostalgia. Al menos no nos mentían. Jugaban dialécticamente para no decir aquello que no podían cumplir, como esos jugadores de fútbol que evitan besar el escudo el día de su presentación. Con muy buen criterio, por cierto.

El debate público y las consecuencias

¿Por qué, si la mayoría de nosotros no mentimos, el debate público se nutre de eso? Pues siento pensar que la culpa es nuestra. Nos escandalizamos por consecuencias que estamos dispuestos a asumir. Nos dejamos llevar por sentimentalismos en lugar de gobernar con la razón. ¿Cómo íbamos a asumir una medida injusta? ¿Cómo podemos ser tan crueles como para no extender el subsidio por desempleo a 30 meses? ¿Cómo podemos ignorar la necesidad de aquellos que luchan contra el desempleo? ¿Estamos dispuestos a mirar hacia otro lado mientras las personas sufren por falta de recursos? ¿Qué nos hace tan insensibles ante el sufrimiento ajeno? ¿Nos hemos vuelto tan individualistas que ya no nos importa el bienestar de los demás? ¿Qué nos impide tener compasión y empatía hacia aquellos que más lo necesitan? ¿Cómo podemos vivir con la conciencia tranquila sabiendo que podríamos hacer más por quienes están en dificultades? ¿Qué se necesita para despertar nuestra conciencia y motivarnos a tomar medidas para ayudar a los demás?

¿Entiendes por dónde voy?

El debate nos hace débiles. Y la gente que dialoga mejor, tiende a manipular, es algo lógico. Muchas veces se hace sin intención. Pero debemos dejar de escandalizarnos. Necesitamos reflexionar sobre el espectro completo de causas y consecuencias de nuestras acciones. Alargar la ayuda por desempleo puede permitir que algunas personas vivan dignamente, pero también puede llevar a la complacencia de otras. Esto debe ser reconocido claramente. ¿Por qué no se mantiene como una medida infinita si estamos hablando de derechos humanos básicos? Porque, en el fondo, existe consenso al respecto. La mayoría de la gente puede distinguir entre la holgazanería y la verdadera necesidad, entre el esfuerzo y la injusticia social.

No permitas que te encierren dialécticamente. El sentido común está presente en el ambiente y está ahí para ser utilizado. Es crucial recordar que la política, como cualquier otra faceta de la vida, debería basarse en la verdad y la transparencia. Si queremos un cambio real, debemos exigir honestidad y rechazar la manipulación. La clave está en la coherencia entre nuestras palabras y acciones. Al final del día, todos queremos lo mismo: vivir en una sociedad donde se valore la integridad y se respete la dignidad de cada individuo.

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