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3 Jul 2024
3 Jul 2024
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No es no

Algo que no se puede discutir ha sido como la izquierda (o zurderío, como diría aquel), ha demostrado una notable habilidad en el ámbito del marketing político

“No es no, señor Rajoy”. Seguramente, muchos recordarán aquella célebre frase promovida por quien actualmente reside en el Palacio de la Moncloa. Más que una simple frase, se trataba de un eslogan publicitario adoptado por el Partido Socialista alrededor del año 2016, que los acompañó hasta alcanzar la victoria en la moción de censura el 1 de junio de 2018.

Algo que no se puede discutir ha sido como la izquierda (o zurderío, como diría aquel), ha demostrado una notable habilidad en el ámbito del marketing político. Su capacidad para crear campañas publicitarias efectivas y para presentarse de manera atractiva al electorado ha sido una de sus fortalezas. Han sabido vender sus ideas y proyectos con una destreza que la derecha no ha logrado igualar. Este dominio en la comunicación política les ha permitido normalizar propuestas y acciones que, o son controvertidas o son directamente radicales. La habilidad del zurderío para enmarcar sus mensajes y conectar emocionalmente con la ciudadanía les ha otorgado una ventaja significativa. Han utilizado con maestría las redes sociales y otros medios de comunicación para difundir sus eslóganes y movilizar a sus bases, creando una narrativa convincente y cohesionada.

Por el contrario, la derecha ha tenido dificultades para adaptarse a estas nuevas formas de comunicación y para generar campañas que resuenen con la misma eficacia. La falta de un enfoque cohesionado y de una estrategia de marketing potente ha impedido que sus mensajes calen con la misma profundidad en la sociedad. Mientras la izquierda ha sabido presentar sus políticas con un envoltorio atractivo, la derecha ha luchado por encontrar una voz y una imagen que capte el interés y el apoyo del público.

Un ejemplo claro de este fenómeno lo hemos visto en la reciente renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Hace quince días, tras la amenaza de Pedro Sánchez a la oposición, el Partido Popular y el Partido Socialista lograron un acuerdo para repartirse equitativamente la designación de los jueces. Durante los cinco años de bloqueo, el relato dominante ha sido que «el Partido Popular está incumpliendo la Constitución» y «el Partido Popular bloquea la renovación del CGPJ». Sin embargo, la realidad es que dicho bloqueo respondía a una estrategia del PP para evitar que el PSOE controlara completamente el tercer poder del Estado, o al menos para asegurar que no lo dominara más que ellos.

Si el PP hubiera planteado una campaña seria, constante e inteligente para comunicar la verdadera naturaleza de este asunto, es probable que su posición hubiera sido más favorable. Sin embargo, no supieron, o no quisieron, hacerlo. ¿Se imaginan un firme “No es No, señor Sánchez”, basado en un relato sobre la importancia de la independencia judicial?

La incapacidad de venderse bien es un síntoma de fracaso tanto para una empresa como para cualquier partido político, aunque parece que a algunos se les olvida, como si tuvieran la certeza absoluta de que, pase lo que pase, estarán ahí. El PSOE ha demostrado una habilidad notable para moldear la narrativa y ganar la batalla comunicativa. Han sabido presentar la situación de manera que el público perciba al PP como el principal obstáculo para la renovación del CGPJ, mientras que sus propias acciones se ven como esfuerzos por cumplir con la Constitución. Han logrado que, sin decirlo directamente, transmitir la idea de: Hemos tenido que amenazar al PP con tomarlo por la fuerza para conseguir cumplir con la Constitución.

Esta capacidad para manejar la percepción pública y encuadrar los acontecimientos a su favor ha sido fundamental para su éxito.

Al final, tras la resolución del problema —10 jueces nombrados por uno y 10 por otro, con algunas cláusulas y promesas futuras—, seguramente muchos de ustedes se preguntarán: ¿Cinco años para esto? Y digo yo, ¿a quién creen que perjudica más esa pregunta, ¿al Partido Socialista o al Popular?

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