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17 Sep 2024
17 Sep 2024
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Ojalá un país de Lamborghinis

Ojalá tuviéramos la capacidad de comprar cada uno de nosotros un Lamborghini, eso significaría que todos seríamos ricos, podríamos pagar muchísimos impuestos y tendríamos un transporte público maravilloso

“Más transporte público y menos Lamborghinis”: ésta es la última frase con la que nos ha deleitado el doctor en economía, Pedro Sánchez. Al margen del populismo y la demagogia de esta ocurrencia, algo a lo que ya nos tiene acostumbrado el Líder Supremo, veamos porque económicamente tiene el mismo rigor que su tesis doctoral. Es decir, ninguno.

Vayamos a las cifras. El último mes de agosto se vendieron en España 52.300 vehículos, de ellos, un total de 2 unidades eran Lamborghinis. Como ven, la cifra es una auténtica ridiculez, pero ampliemos el espectro, los últimos 10 años, en España se han vendido 248 Lamborghinis, con una media de 24 unidades al año. Es cierto que estos coches italianos son muy escasos, la exclusividad es una de las características del mercado del lujo, pero, si en general los lamborghinis son escasos en el mundo, en España lo son aún más.  Los últimos 10 años se han producido alrededor de 90.000 lamborghinis en todo el mundo, sólo 248 se han comprado en España, es decir, que si la marca italiana tuviera que sobrevivir del mercado español, hace tiempo que hubiera cerrado sus puertas.

Vemos que las cifras son ridículas, pero la clave no está aquí, la clave está en que un presidente del gobierno quiera menos ricos en su país, ricos que pagan una gran cantidad de impuestos, por mucho que algunos se empeñen en defender lo contrario. Como ocurre prácticamente siempre, el gran beneficiado de una compra así suele ser Hacienda. Imagínense la cantidad de impuestos que paga una persona que compra un coche de estas características, cuyo precio mínimo ronda los 250.000 euros. Vamos, casi igual de caro que lo que nos costaba la señorita de compañía del señor Ábalos. Por lo tanto, más Lamborghinis significa más recaudación para el Estado, es decir, desde una óptica socialdemócrata, Pedro Sánchez debería querer cuantos más lamborghinis mejor. De hecho, cuantos más Lamborghinis más dinero para invertir en el transporte público.

Hay socialdemocracias que han entendido esto, los países nórdicos tienen unos altos impuestos al consumo, pero incentivan la creación de riqueza con facilidades para las empresas y la inversión, porque de donde no hay no se puede sacar. El PSOE pretende tener los impuestos nórdicos, pero sin crear previamente riqueza, construir la casa por el tejado. Los estados socialdemócratas nórdicos no es que me agraden, pero por lo menos son lo suficientemente coherentes para mantener un nivel de vida alto.

Dicho lo cual, ojalá tuviéramos la capacidad de comprar cada uno de nosotros un Lamborghini. Eso significaría que todos seríamos ricos, podríamos pagar muchísimos impuestos y tendríamos un transporte público maravilloso. Pero no es así, siento decirle a Pedro Sánchez que sin gente que pueda comprase un Lamborghini, es decir, sin personas ricas, no se puede financiar al Estado que el tanto alaba, y sin nadie que financie al Estado no hay transporte público posible. Por lo tanto, Pedrito, sin Lamborghinis no hay transporte público. Una vez te hayas ocupado de eliminar todas las personas que puedan comprarse esos coches, tu lacayo, Óscar Puente, se encargará de seguir destrozando la red ferroviaria española. Eso sí, después de terminar su partida de golf.  

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