En el año 2002, Delroy L. Pauhlus y Kevin M. William definieron lo que se denomina en psicología como la tríada oscura, aunque de haber conocido a nuestro amado líder, Pedro Sánchez, la habrían llamado la tríada sanchista.
Según esta teoría, una persona debe presentar tres rasgos característicos, conceptualmente distintos pero estrechamente relacionados entre sí. El primero de ellos es el narcisismo, que toma su nombre del mito griego de Narciso, quien se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua y se ahogó al intentar besarla. Sería razonable pensar que lo primero que cambió Pedro Sánchez cuando se hizo con la Moncloa no fueron los colchones, sino los espejos por no ser lo suficientemente grandes para admirarse. Una persona narcisista se caracteriza por su orgullo, egoísmo y falta de empatía. Hace pocas semanas descubrimos que el gobierno pagaba la friolera cifra de 40.000 euros al año para que una cuenta de Twitter (X) dijera lo guapo que es Pedro Sánchez, ¿se les ocurre un ejemplo de narcisismo mayor?
El segundo de los rasgos de la tríada oscura es el maquiavelismo, pero dejémoslo para el final, pues es digno de estudio. El tercero es la psicopatía, se caracteriza por el comportamiento antisocial continuo, egoísmo, rasgos insensibles y crueles, encanto superficial, falsedad e incapacidad para experimentar remordimiento o vergüenza. No es una descripción de Pedro Sánchez, pero podría serlo, quedémonos con las últimas características. Encanto superficial, ¿A cuántas personas hemos escuchado decir que votan a Sánchez por ser el candidato más guapo?, una realidad que encuentro cuanto menos esperpéntica. Falsedad, ya sabemos que Sánchez no miente, cambia de opinión, cabría esperar que a la ya extensa cartera de Ministerios se sume el Ministerio de Cambio de Opinión en la próxima legislatura, sólo él ha sido capaz de institucionalizar la mentira a ese nivel. “Incapacidad para experimentar remordimiento o vergüenza”, va unido a lo anterior, el Sánchez de hoy siempre tiene un Sánchez del pasado contradiciéndole, su hemeroteca es digna de estudio, como también lo son sus votantes, que se adaptan con una rapidez asombrosa al cambio de discurso.
Vayamos con la última, maquiavelismo, Nicolás Maquiavelo escribió su manual de príncipes en 1513, un pequeño libro que se convirtió en una de las obras más importantes de la filosofía política. Si Maquiavelo hubiera conocido a Sánchez habría escrito varios volúmenes más. El maquiavelismo se caracteriza por la manipulación y explotación de los demás, la ausencia de moralidad, insensibilidad, crueldad y un mayor nivel de interés propio. La máxima del pensamiento maquiavélico que todos ustedes conocen es que el fin justifica los medios, lo realmente importante es alcanzar el fin, caiga quien caiga.
Desde los inicios de la carrera política de Pedro Sánchez hasta hoy podemos ver que nuestro presidente es un claro ejemplo de esta doctrina política, la ideología de Sánchez no es el socialismo, es el sanchismo, un despotismo desilustrado. Un personaje que hará, parafraseando a Rajoy –todo lo posible y lo imposible, si eso es posible—para mantenerse en el poder, y de hecho lo está haciendo. Encerrar ilegalmente a 47 millones de personas en sus casas, pactar con terroristas, amnistiar a condenados por la justicia, indultar presos… La lista es extensa y está lejos de llegar a su fin.
En definitiva, Sánchez es un personaje narcisista, psicópata y maquiavélico al que sufrimos todos los españoles, pero sin duda un político excepcional en lo suyo, estoy convencido de que se estudiará en historia como un ejemplo de tirano sin contemplaciones, dejémosles claro a los historiadores del futuro lo que fue Pedro Sánchez.