España ya no me duele, que decía Unamuno. ¡Es que me da una pereza infinita! Uno comienza a pensar en emigrar hasta Nueva Zelanda como poco. Más no, porque justo está en las antípodas y si sigues un poco más lejos ya estamos de vuelta. No compensa. Pensaba en irme a Portugal, que está cerquita y a mí el cabrito asado que hacen me gusta, por no hablar del bacalao. Pero se han puesto a tocar los tegumentos con lo de Olivenza, en vez de reclamar cada día más colaboración, unión o un puñetero tren que una las dos capitales y el resto de la red de trenes de (otrora) alta velocidad, y ahora nos ponemos con esto.
La pereza de la polarización
¡Más pereza! Aunque, es cierto, nada logra igualar la que cada día da un país donde nos pegamos (por ahora metafóricamente, pero dennos tiempo y veremos si no sacamos las facas a relucir al final) por cada colipoterra cosa, sea la que sea. Que sí, que aquí siempre hemos sido muy de querer ir a favor de uno y, sobre todo, en contra del otro, desde mucho antes de los seguidores de Lagartijo y Frascuelo. ¡Pero es que ahora nos encabronamos y ponemos etiquetas hasta por las bicicletas! Que no son para el verano, no. ¡Ahora es que son progres! Amosnomejodas.
En la tele ya se tiene uno que posicionar a ver qué programa de telechorra se ve, y ojito porque uno de ellos ya no es que seas progre o no. ¡Es que literalmente es ser fascista! Que en la España de 2024, a punto de llegar al primer cuarto del siglo XXI, resulta que los camisas negras han resurgido como el ejército de los muertos que rompieron su juramento contra Isildur, y ahora en vez de espectro verdes, surgen cantando el Faccetta Nera mussoliniano paseando por la Gran Vía de Madrid. ¡Porque en España hay más fascismo que cuando vivía Franco (chupito) que lo sepan todos ya! Y ahora también hay dictaduras buenas y malas, y unas se condenan y con otras se hacen negocios.
Libertad de expresión, principal víctima de la polarización
Hay medios de comunicación buenos y otros malos que no hacen más que poner bulos (se ve que la prensa tipo National Inquirer es de ayer). Comunidades Autónomas que son mejores que otras acorde a quién esté gobernando en ellas. Y en una sinécdoque absurda, los habitantes de ellas son tenidos todos por igual. Hay migrantes, pues ya no hay ni emigrantes ni inmigrantes, todos se les llama como si fueran aves de paso, a los que se trata de diferente manera diciendo una cosa y la contraria. Y ojito a lo que se dice al respecto, porque puedes ser tildado de xenófobo y de racista a la primera de cambio.
También lo puedes ser de machista, señoro y hasta violador como aquí mismo ya denunciamos. Teniendo que andar en permanente estado de vigilancia de no caer en microleches que molesten ya no sabes ni a quién. Porque, perdidos los valores, ya no hay quien tenga claros los comportamientos que antes eran mera educación básica. Pero hablar de esto ya suena a más rancio que algunas de los biosistemas que anidan en frigoríficos de solteros.
Una jaula de grillos
Depende de lo que te guste o deje de gustar, de lo que comas o dejes de comer, del coche que lleves o dejes de llevar (¡ni se te ocurra un Lamborghini que eso ya es lo peor de lo peor!), vas a ser ya señalado como una especie de Tanos devastador del medio ambiente, del planeta, de la democracia, de la convivencia… ¡yo qué sé! Ando más despistado que oyente de entrevista de Yolanda Díaz.
Y si eres un valiente que tienes cuenta en las correspondientes Corralas 2.0 que son las redes (a)sociales, te vas a enterar de lo que es la empatía y cuánta falta hacen políticas de salud mental en este país antes llamado España devenido en el asilo Arkham. Sinceramente, me van a perdonar, pero les aseguro que todo esto me da mucha pereza. Y me da que no soy el único. ¿Verdad?