Las élites de Occidente están deprimidas, sobre todo la izquierda estadounidense. El arrase electoral de Donald Trump es una derrota de Hollywood, de gran parte de Silicon Valley, de casi todas las estrellas pop, de la marea ecofeminista y del complejo mediático progresista. No hablamos de un solo país: en Alemania también están en ascenso los partidos iliberales, tanto en la izquierda (Movimiento Sahra Wagenknecht) como en la derecha (Alternativa por Alemania). Naciones como Italia, Francia y Holanda tienen fuertes agrupaciones, capaces de desmentir el tópico de que las elecciones se ganan ocupando el centro político. El ejemplo más vivo es el orbanismo en Hungría, que además de gobernar su país tiene un devoto en el vicepresidente electo J.D. Vance, probable candidato republicano para 2028.
Con este panorama, ¿qué podemos esperar en España? Vox es una formación pujante de la nueva derecha, pero también la más lenta en crecer en Occidente, lo que hace que Partido Popular y PSOE piensen que corre riesgo de apagarse. Por supuesto, Vox puede sufrir un colapso, pero han identificado una subjetividad antisistema —a la derecha y por debajo del PP— que ha venido para quedarse. Lo que se ha confirmado como un espejismo es ese espacio ‘moderadito’ que trataban de consolidar UPyD, Ciudadanos y últimamente Izquierda Española.
Quien mejor ha comprendido todo esto es Pedro Carlos González Cuevas, autor del potente ensayo Historia de la derecha española (2023, Espasa). El sistema se cae a pedazos, como estamos viendo en Valencia, pero nadie es capaz de presentar una alternativa. «El drama español es ese, la ausencia de una auténtica oposición. El PP es, en la práctica, el máximo aliado de los secesionistas y de la izquierda. Carece de proyecto político alternativo; sólo pretende administrar el desorden establecido», lamenta. Muchos peperos admiten esto en privado, pero solo en privado. González Cuevas toma como símbolo a Federico Jiménez Losantos, que prefiere ejercer de bufón caústico que de catalizador político. “Es un estilo, pero no tiene ideas, no ha elaborado nada, ni ha permitido que gente que esté a su lado elabore nada. Es un autócrata. Cuando él se jubile, desaparecerá todo lo que ha hecho”, explica González Cuevas.
El partido de Abascal parece el único agente que puede presentar hoy un programa de impugnación del Régimen 78, algo diferente que nos saque del bucle bajonero actual. ¿Serán capaces? Es ingenuo pensar que esta partitocracia, tan engrasada y domesticada, va a darles poder para cambiar algo sustancial. Pero nunca se sabe… La organización juvenil Revuelta, cercana a Vox pero no dependiente del partido, ha generado en dos semanas ayudando a Valencia más transversalidad que el partido verde en diez años, consiguiendo involucrar a cientos de voluntarios de ideologías diversas e incluso a celebridades como Ibai, Lola Índigo y RoRo. Es una de las gestas sociales del año. Pocas veces se ha visto tan claro el contraste entre una nación viva y un estado zombi, podrido por la ineficacia y la corrupción.