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22 Nov 2024
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Trump no ha sido el primero: todos los intentos de magnicidio en Estados Unidos

Hace unos días se producía la detención de un sospechoso de atentar contra Donald Trump, en el que sería su tercer intento de asesinato. Pero no es el único (ex)presidente que casi muere en acto de servicio
Presidente JFK

Imagen: Presidente JFK, antes de ser asesinado-Wikipedia

A lo largo de la historia de Estados Unidos, cuatro han sido los presidentes asesinados, y otros tantos los que sufrieron un atentado que les pudo costar la vida, pero en las que la suerte les sonrió.

Presidentes asesinados

El primero en correr esta suerte fue Abraham Lincoln, que había sido reelegido presidente de Estados Unidos en 1864, y que en 1865 se había convertido en un héroe, lo que no era compartido por los estados del sur.

El 20 de marzo de 1865, John Wilkes Booth, de 26 años y actor de profesión, y sus cómplices, pretendían secuestrar al presidente. El plan era ir a la residencia de verano de Lincoln, a unos cinco kilómetros de la Casa Blanca, raptarlo y llevarlo a escondidas a Richmond, la capital de los estados confederados. Una vez allí, el presidente sería utilizado para intercambiar prisioneros de guerra retenidos en el norte, y presionar para que la guerra civil que había dividido el país en dos durante cuatro años terminase, con resultados favorables para el sur.

Ese día estaba previsto que Lincoln asistiera a una obra de teatro en un hospital cercano a su casa. La idea de Booth era secuestrar al presidente en el trayecto de su casa al hospital. Booth convocó a sus colaboradores para que tomaran posiciones y esperasen el momento de actuar. Sin embargo, Lincoln no apareció, pues cambió de planes a última hora, frustrando el complot. No sólo pretendía acabar con el presidente, sino también con el vicepresidente, Andrew Johnson, al Secretario de Estado William Seward, y a Ulisses Grant, el general de las tropas del norte, que también tenía previsto asistir a la función.

Finalmente, el magnicidio se produjo el 14 de abril de 1865, día de Viernes Santo, en que sí asistieron a la función de teatro. Lincoln fue acompañado por su esposa, Mary. El matrimonio Lincoln estaba viendo la función desde un palco privado cerca del escenario. Sobre las diez y cuarto de la noche, Booth se acercó al palco donde se sentaba Lincoln. Al ser un actor famoso, no tuvo demasiados problemas para entrar en el teatro, y una vez allí vio que no había nadie vigilando el palco del presidente. Con sigilo, Booth entró en la antesala del palco, cerró la puerta desde dentro, y esperó.

Poco después, oyó al público soltar una carcajada al unísono; todo el mundo parecía estar distraído y entretenido. Así que, justo en ese momento, Booth irrumpió en el palco, se colocó detrás de Lincoln, y le disparó en la cabeza con un revólver de calibre 44. El disparo no le mató al instante, pues de hecho consiguieron trasladar con vida al presidente hasta su casa, aunque el pronóstico era muy grave. Finalmente fallecería a las 7:22 de la mañana del 15 de abril, con 56 años.

El siguiente en ser asesinado sería James A. Garfield, el vigésimo presidente del país. Los hechos se produjeron el 2 de julio de 1881, cuando el entonces presidente se dirigía a la estación de ferrocarril de Washington, donde cogería un tren para dirigirse a un balneario de Nueva Jersey en el que su esposa recibía tratamiento. Sin embargo, no pudo subirse al tren, pues recibió dos disparos en la espalda por el abogado Charles Guiteau, que reprochaba al presidente no haberle concedido un puesto consular que había solicitado.

Permaneció postrado en la cama de la Casa Blanca 70 días, durante los cuales sus médicos trataron de encontrar las balas perdidas en su cuerpo. Sin embargo, la búsqueda por los médicos fue una auténtica chapuza, pues lo que comenzó siendo una herida de unos milímetros terminó agrandándose y agravándose. Finalmente, murió el 19 de septiembre tras sufrir grandes dolores, por la infección y la hemorragia interna que le habían provocado los médicos.

Unas décadas después, en 1901, sería asesinado el presidente William McKinley a manos de un anarquista, que se acercó a él en la Exposición Panamericana de 1901 y le disparó a quemarropa, exposición en la que se presentaba una máquina que ha sido trascendental para la medicina: la máquina de rayos X.

El presidente McKinley llegó el 5 de septiembre a Búfalo para que él pronunciara un discurso sobre el comercio exterior. Pero lo importante llegaba al día siguiente, cuando el presidente visitaba el Templo de la Música. Allí comenzó a saludar a las personas que se le acercaban, entre ellas, su asesino, el anarquista Czogolsz. En su mano derecha, el atacante llevaba un pañuelo que no llamó la atención de la seguridad, pero que escondía un revólver con el que dispararía al presidente. Fueron dos disparos, uno tocó el hombro y otro el estómago, pero que afectó también al colon y un riñón.

Finalmente fallecería el 14 de septiembre debido a la gangrena. Curiosamente, la máquina de rayos X que se presentaba en la Exposición pudo haberle salvado la vida, pues habría permitido a los médicos encontrar la bala que acabó con él. Sin embargo, los médicos fueron reacios a utilizarla.

Finalmente, el último presidente con el que consiguieron acabar fue John Fitzgerald Kennedy, asesinado en Texas el 22 de noviembre de 1963, que es el magnicidio más recordado por el imaginario popular, y sobre el que hay grandes conjeturas y teorías conspiranoicas. El presidente Kennedy y su esposa, la primera dama Jacqueline llegaron el viernes 22 de noviembre de 1963 al aeropuerto de Dallas, capital del estado de Texas, para realizar un viaje de campaña para las próximas elecciones presidenciales, que tendrían lugar en 1964.

Durante un recorrido de 16 kilómetros por Dallas, el presidente y su esposa y el gobernador de Texas John B. Connally Jr., viajaban en una limusina descapotable. La comitiva se dirigía al Trade Mart, donde el presidente pronunciaría un discurso en un almuerzo con todas las entradas agotadas. Sin embargo, Kennedy no llegó a su destino. Cuando la limusina en la que viajaban pasaba por el edificio del Depósito de libros escolares de Texas el presidente recibió dos disparos, uno en la cabeza que fue mortal, y Connally resulto herido tras el impacto de una bala. La Comisión Warren concluyó meses después que los disparos que mataron a Kennedy e hirieron al gobernador de Texas provenían del sexto piso del depósito de libros y el responsable había sido un hombre llamado Lee Harvey Oswald.

Tanto Kennedy como Connally fueron trasladados de inmediato al hospital Parkland. Sin embargo, los esfuerzos de los servicios de emergencias por revivir al presidente fueron inútiles. Los médicos certificaron la muerte del presidente a la 1:00 pm.

Oswald, un ex infante de Marina de 24 años, fue arrestado ese mismo día en la parte trasera de un cine adonde huyó tras disparar (y matar) al agente de policía J.D. Tippit. Pero Oswald no llegó a cumplir su condena por el asesinato del presidente Kennedy.  Dos días después, el 24 de noviembre de 1963, el propietario de un club nocturno local, Jack Ruby, le disparó mientras era transferido de una cárcel de la ciudad de Dallas a una del condado.

Magnicidios frustrados

Aunque han sido cuatro los presidentes de Estados Unidos a los que han conseguido asesinar, no han sido los únicos que han sufrido un atentado que podría haber sido mortal. El primero en sufrir un atentado, y sobrevivir a él, fue Andrew Jackson, el 30 de enero de 1835. Un joven pintor arruinado y con una enfermedad mental se dirigió hacia él en las cercanías del Capitolio y le disparó. Utilizó dos armas, y ambas fallaron. Muchos culpan a la humedad de aquel día de la suerte del séptimo presidente de EEUU. El agresor acabó en un psiquiátrico.

Tras la muerte del presidente McKinley, Theodore Roosevelt tomó el mando, y al igual que su predecesor sufrió un atentado durante un mitin en Milwaukee, al que sobrevivió. Fue tres años después de dejar la presidencia, el 14 de octubre de 1912. Otro anarquista, John Schrank, le disparó directamente al corazón mientras saludaba desde el coche presidencial descapotable. Los folios que llevaba apoyados en el pecho le salvaron la vida. Otro Roosevelt, en este caso Franklin Delano, también sobrevivió a su agresor, Giuseppe Zangara, quien le disparó durante un mitin en Miami.

Ya en plena Guerra Fría, fue atacado el presidente Harry Truman. El 1 de noviembre de 1950, Oscar Collazo y Griselio Torresola intentaron atacar al presidente Truman, que entonces residía en Blair House, frente a la Casa Blanca. En el tiroteo que siguió, Leslie Coffelt, un policía de la Casa Blanca, y Torresola murieron, mientras que otros dos policías de la Casa Blanca y Collazo resultaron heridos. Collazo y Torresola eran nacionalistas puertorriqueños que se oponían al control de Puerto Rico por parte de Estados Unidos.

Hay presidentes que no sólo han sobrevivido a un intento de asesinato, sino a dos. Es el caso de Gerald Ford, en septiembre de 1975. El primero se produjo el 5 de septiembre, cuando Lynette Fromme, seguidora del líder de la secta Charles Manson, intentó disparar a Ford mientras caminaba por un parque de Sacramento, California, pero su arma falló y no se disparó. El 22 de septiembre, Sara Jane Moore, una mujer vinculada a grupos radicales de izquierda, le disparó cuando salía de un hotel de San Francisco, pero el tiro no alcanzó al presidente.

Finalmente, en 1981 se produce el intento de asesinato de Ronald Reagan. El 30 de marzo de 1981, el presidente Reagan salía del hotel Hilton de Washington, D.C., donde había estado hablando con 5.000 miembros de la AFL-CIO (Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales) cuando John Hinckley Jr. disparó su revólver calibre 22 contra el presidente y su equipo de seguridad. Reagan resultó herido cuando una de las balas rebotó en la limusina y lo alcanzó debajo de la axila izquierda. Tras el disparo, lo llevaron al Hospital de la Universidad George Washington. Después de doce días en el hospital, pudo regresar a la Casa Blanca.

Candidatos a presidente que han sufrido un intento de asesinato

En esta macabra lista no sólo nos encontramos con presidentes o expresidentes, sino también con candidatos a la Casa Blanca. El primero fue el demócrata George Wallace tras un mitin el 15 de mayo de 1972 en Laurel, Maryland. Cuando terminó de hablar, Wallace estrechó la mano de algunos de los presentes, en contra del consejo de sus guardias del servicio secreto. Bremer aprovechó el momento para abrirse paso hacia adelante, apuntó su revólver 38 al abdomen de Wallace y abrió fuego. Una bala se alojó en su médula espinal y, aunque no le mató, le dejó paralizado de cintura para abajo de por vida.

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