Las elecciones europeas reflejan un cambio ideológico significativo, con Europa inclinándose hacia la derecha. Además, la denominada «nueva derecha» está ganando terreno. Las propuestas euroescépticas, soberanistas, antiglobalistas y antiislamistas están captando un apoyo creciente entre el electorado europeo.
Uno de los casos más destacados de este auge se ha producido en Alemania, donde el partido Alternativa para Alemania (AfD) ha logrado un resultado histórico, convirtiéndose en la segunda fuerza política más votada. Los partidos de derecha tradicional y centroderecha están viendo cómo muchos de sus votantes están adoptando estas nuevas fórmulas ideológicas. En su mayoría, se trata de electores descontentos con la ineptitud de los partidos tradicionales para abordar problemas como la inseguridad ciudadana y la islamización de Europa. Además, en muchos casos, el apoyo a estos partidos proviene de antiguos votantes de la izquierda.
AfD crecimiento exponencial pese a una campaña electoral convulsa
Este medio dedicó un reportaje a Alternativa para Alemania (AfD) en el que se explicó el origen del partido, fundado en 2013, y su evolución ideológica hasta convertirse en lo que es hoy. La irrupción de AfD ha causado una auténtica agitación en el panorama político alemán, obligando a la formación de grandes coaliciones entre socialdemócratas, liberales y verdes para evitar que AfD acceda a posiciones de poder.
El tripartito de gobierno de Olaf Scholz, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, sufrió una derrota contundente, mientras que la oposición instó al canciller a someterse a la confianza del Parlamento. La AfD obtuvo un 15,9 % de los sufragios, según datos oficiales finales. Los socialdemócratas de Scholz quedaron en tercer lugar, con un 13,9 %, mientras que sus socios Verdes cayeron al 11,9 % y los liberales al 5,2 %. Otra novedad fue la incorporación de la izquierdista Sahra Wagenknecht, que de la nada pasó al 6,2 %. Esto resultó en la derrota de La Izquierda clásica, el partido del que se escindió, que obtuvo un 2,7 % de los votos.
La campaña de AfD no ha sido fácil. El eurogrupo Identidad y Democracia (ID) decidió a finales de mayo expulsar a la delegación de AfD después de que el cabeza de lista de esta formación para las elecciones europeas, Maximilian Krah, quien acabó renunciando, afirmara que en las SS «no todos eran criminales». Además, sufrieron dos ataques perpetrados por islamistas, uno de los cuales resultó en la muerte de un policía en la ciudad de Mannheim.
Tino Chrupalla y Alice Weidel celebraron hoy como un “gran resultado” el segundo puesto que la fuerza habría conseguido en las elecciones europeas, según dos sondeos a pie de urna. “¡Somos la segunda fuerza en todo el país y la primera en el este!”, exclamó Weide.
El Este de Alemania, fortín de AfD
El este de Alemania es el bastión de la AfD, y los motivos detrás de su fortaleza en esta región son diversos y complejos. Tras la caída de la RDA, en los años 90, los jóvenes del Este se volcaron al nacionalismo como respuesta a lo que percibían como un robo de identidad y frente a la dominación occidental. A medida que los antiguos Länder de la RDA veían cómo su cosmovisión se derrumbaba, surgió un sentimiento de colonización por parte de Alemania Occidental. Esta percepción llevó a una reapropiación de la idea etnonacionalista del «Volk», algo que no existía en una RDA con una concepción política y universalista del pueblo. Este nacionalismo buscaba una virilidad tranquilizadora, similar a lo observado en otras regiones poscomunistas, como el ascenso de Putin en Rusia.
Más concretamente, la tasa de desempleo del 30 %, la liquidación de la industria y la artesanía de Alemania Oriental, y la violencia de la «toma del poder» (Übernahme) o anexión (Anschluss) por parte de las empresas de Alemania Occidental, permitida por Kohl y Schäuble a cambio de trasladarse al Este sin cumplir con la legislación laboral, fue un trauma social. Este trauma fue acentuado por una ruptura antropológica cuya intensidad es difícil de medir, y cuyas secuelas culturales y políticas siguen vivas 35 años después.
Este sentimiento sigue presente de una forma u otra en el este de Alemania, donde otros movimientos de derecha radical, como el NPD, han sido testimoniales. En contraste, la AfD se presenta como un partido nacionalista que aúna ese sentimiento, ofreciendo un mensaje de empoderamiento que afirma en nombre del pueblo, sobre una base etnonacionalista, que «somos nosotros quienes decidimos», y no las élites.
Por ello, la AfD tiene una fuerza relevante en los cinco Länder orientales: Brandeburgo, Sajonia, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia-Anhalt y Turingia. En estos territorios, el partido no baja del 25 % del voto y cuenta con una amplia representación a nivel regional y municipal.