Es curioso pensar que en los años 50, hace ya 74 años, vivimos la época dorada de las películas sobre la antigua Roma. En 1951, se estrenó Quo Vadis (Mervyn LeRoy), seguida por Julio César (Joseph L. Mankiewicz) en 1953, Ben-Hur (William Wyler) en 1959, y la legendaria Espartaco (Stanley Kubrick) en 1960. Estas cuatro obras maestras marcaron un hito en las producciones de Hollywood, ofreciendo un nivel de calidad sin precedentes hasta esa fecha. A día de hoy, todavía podemos verlas y admirar cómo han envejecido, especialmente Ben-Hur, una de las películas más galardonadas y destacadas en la historia del cine.
Aunque algunas producciones similares aparecieron décadas después, no lograron alcanzar el mismo nivel de impacto. Fue en el año 2000 cuando Gladiator volvió a llevarnos a una victoria épica y memorable, que perdura en la memoria de los espectadores. En 2005, se estrenó la serie Rome, que, a nivel de guion y fidelidad histórica, especialmente en lo que respecta a los personajes, considero que es una pieza única y de culto. Lamentablemente, la serie fue cancelada tras dos temporadas debido a un incendio en los estudios y al alto costo de producción. Esta cancelación fue una gran pérdida, ya que la serie era excepcional. Ojalá algún día veamos algo similar de nuevo.
También hemos visto películas como Centurion (2010), una producción británica que, aunque no memorable, resultó entretenida y efectiva. A pesar de la presencia de algunas otras producciones, la realidad actual es que vivimos en una era dominada por el cine de superhéroes, similar a cómo en los años 60 y 70 predominaba el western. Hoy en día, el público consume productos más comerciales y directos, y las producciones históricas enfrentan desafíos debido a sus altos costos y al riesgo asociado, lo que las convierte en una inversión arriesgada para las productoras.
No obstante, a finales de este año, el 15 de noviembre, se estrena una de las secuelas más esperadas de la década, Gladiator 2, que promete ser un evento espectacular. Además, recientemente hemos visto el estreno de la serie Those About To Die, con un presupuesto de 140 millones de dólares, que nos transporta de nuevo a la Roma antigua. Esta serie representa un pequeño milagro, ya que apostar por producciones de alto presupuesto sobre épocas antiguas conlleva un gran riesgo debido a su limitado público y recepción. La pregunta es: ¿ha cumplido con las expectativas?
¿Merece la pena la nueva producción romana?
Después de hacer una maratón de la serie en menos de una semana, puedo asegurar que la he disfrutado mucho, a pesar de sus claros y oscuros, puntos positivos y negativos. Es una serie muy entretenida que nos sumerge en la antigua Roma, con traiciones, apuestas amañadas en carreras de cuadrigas, luchas de gladiadores, conspiraciones, asesinatos, pobreza, esclavitud y más. En resumen, es una serie donde se representan las características típicas y crueles de la Roma antigua.
El protagonista de la serie, al menos en los primeros episodios, es el gran actor Anthony Hopkins, quien interpreta a un emperador en sus últimos días, buscando a su sucesor entre sus dos hijos: Domiciano, un ególatra ambicioso (típico romano), y Tito, un legionario serio, frío y respetuoso. Aunque el personaje de Hopkins tiene un gran potencial, no se explora tanto como podría. La verdadera joya de la serie es Tenax, interpretado por Iwan Rheon, conocido por su papel en Juego de Tronos. Rheon hace un trabajo excepcional, interpretando a un hombre en los bajos fondos que debe adaptarse a tiempos difíciles, mostrando un corazón bueno a pesar de tomar decisiones duras. Su evolución a lo largo de la serie es fascinante.
Otra trama importante involucra a unos gladiadores y a una madre que intenta salvar a sus hijos esclavos. No revelaré más para no desvelar demasiados detalles, pero el episodio piloto tiene sus debilidades. La narración puede parecer torpe en ocasiones, y el CGI (efectos visuales) a veces es deficiente y necesita mejoras. También falta una dimensión política crucial para la época, que la serie no aborda adecuadamente. Sin embargo, a pesar de estas fallas, la serie es muy disfrutable. Los escenarios son impresionantes, en su mayoría prácticos, y aunque los fondos generados por computadora no siempre son realistas, el vestuario, los objetos y los decorados transmiten una sensación auténtica de Roma, casi como si estuviéramos visitando un museo.
La serie es notable y disfrutable, con margen de mejora, pero sigue siendo una buena producción. Larga vida a Roma, a este tipo de propuestas y a los regresos al cine de antaño que nos permiten explorar la historia a través de la lente del cine y las series.