Hércules

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22 Nov 2024
22 Nov 2024
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El trabajo fundacional: el león de Nemea

Los 12 trabajos forjan la leyenda del Hércules , no obstante, la pugna con el León de Nemea tiene una dimensión especial en la construcción del semidios

Para todo hay un comienzo en el ciclo que consagra al héroe en su largo camino que tiende a la excelencia y acaba por conducirle hacia la gloria y la inmortalidad. Este suele empezar con orígenes muy modestos, dudosos, oscuros e incluso indeseables. Así, ya sabemos que tras el episodio de infausta locura que llevó al asesinato de su mujer y sus hijos, tras caer a lo más bajo que pueda llegar un ser humano, por culpa de un delirio irracional infundido por una diosa, Hércules tuvo que pasar una larga y formidable purificación que le fue prefijada también por los poderes sobrenaturales. Desesperado tras cometer el terrible e involuntario crimen, el héroe hubo de marchar al oráculo de Delfos para hallar allí un nuevo rumbo: después de su terrible error trágico el dios le reveló a través de la voz inspirada de la Pitia que debía ir a la ciudad de Tinto para servir allí durante un número simbólico de doce años a su primo, el rey Eristeo, y pedir que este le asignara las misiones y tareas que quisiera. Esta humillación de sentirse esclavo de quién era claramente, tanto en lo moral, como en lo político, un personaje inferior a él, es un ejemplo claro de esta senda simbólica de purificación: era la penitencia por el asesinato de su familia en el rapto de locura. Pero estaba servida también la vía de superación personal y heroica que ha de ser precedente necesario en el camino para la apoteosis.

La primera piedra sobre la que se erige una leyenda

Empezaban así los famosos Doce Trabajos de Hércules, de los cuales seis están localizados en el Peloponeso, la patria del héroe dorio por excelencia, y otros seis se sitúan en geografías lejanas y semilegendarias, entre las dos Iberias, la oriental y la occidental. Pero siempre hay un primer trabajo y merece la pena reparar especialmente en él, pues es de índole fundacional. En este caso se trataba de dar muerte a un peligroso león que asolaba el área de Nemea, en la Argólida, concretamente la ciudad de Cleonas. Nemea también era famosa la antigüedad por albergar un santuario dedicado a Zeus y por el mito de Ofeltes hijo de Licurgo de Nemea, y cuya muerte por una serpiente, en el marco de la historia mítica de los Siete contra Tebas, se halla en el origen de los Juegos Nemeos, uno de los cuatro grandes ciclos de juegos atléticos de la antigüedad que cantara Píndaro. Sin embargo, es mucho más conocida la ciudad por este episodio que ocurre en su territorio y que marca el comienzo de la aventura mítica de los Doce trabajos de Hércules, de tan resonantes ecos en la literatura y en las artes.

Una dura pugna

La muerte de una fiera que encarna por excelencia la realeza también serviría para otorgar a Hércules uno de sus atributos más recordados, la piel del león que le recubre la cabeza y le envuelve el cuerpo. Este elemento hace de él un humano vestido de fiera: no de cualquier animal, sino del rey de todos ellos. A eso se suma que se trataba de la primera gran tarea imposible, pues era un león invulnerable, en lo que inaugura una serie típica del héroe civilizador o destructor de monstruos y peligros de otro modo insuperables. Independientemente de que en la época mítica pudiera haber leones en Grecia –se sabe que en épocas muy pretéritas había grandes felinos en Europa–, es interesante detenerse en cómo tuvo que matar Hércules a este animal. Tras disparar unas cuantas flechas se dio cuenta, en efecto, de que su piel era invulnerable (luego sabremos que será un perfecto cobertor o escudo para el héroe en diversas ocasiones), así que, después de varios intentos, aturdió el animal con su maza y lo estranguló hasta matarlo (o, en otras versiones, le abrió las fauces hasta desencajárselas y matarlo). Para desollar a este animal de piel irrompible tuvo que emplear una de las propias garras de aquel, desprendida de su cuerpo en la feroz lucha –porque al parecer se la había mordido el propio león, pues no de otro modo era seccionable –, y luego se quedó con la pellizca como símbolo de su camino al estrellato.

Un trabajo que ha tenido una enorme trascendencia en la historia del arte

Este es el primer trabajo de Hércules y uno de los más representados desde los mosaicos romanos hasta la pintura de Rubens, desde la cerámica griega arcaica hasta la obra de Francisco de Zurbarán. Hércules y la pelliza del león se han convertido en elementos inseparables en la iconografía europea de la realeza y en su paisaje alegórico desde el pensamiento de los sofistas a la cristianización de su figura, desde la filosofía moral a la política, desde la antigüedad al renacimiento y de ahí en adelante.

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