En la novela latina de la Metamorfosis o el Asno de Oro, Apuleyo crea un relato original dentro de la narración principal, por ello, es preciso conocerlo.
Érase una vez…
En un reino muy lejano, un rey y una reina tenían tres hijas hermosísimas, pero la menor, Psique, era la más guapa y adorada como una encarnación humana de Venus, de manera que la gente descuidaba su culto para ir a contemplarla. Sin embargo, la diosa, celosa, pretende vengarse de la princesa y ordena a su hijo Cupido que se encargue de proporcionar a Psique al peor entre los hombres. Mientras las otras hermanas se casaron, Psique sufría su desdicha de belleza y el padre consultó el oráculo de Apolo, el cual mandó casarla con un monstruo terrible y exponerla en una suerte de cortejo fúnebre sobre la elevada cumbre de una montaña. Así se hizo y Céfiro la bajó de la roca hacia un valle.
Psique queda fascinada ante el lujo de un palacio encantado. Entonces, el dios Cupido se enamora de Psique y, sin mostrar su rostro, permanece a su lado por las noches. Tras sentir Psique la nostalgia de sus hermanas mayores, recibe la visita de estas, las cuales tienen envidia al ver los suntuosos regalos que la joven les entrega. Entonces, logran convencerla de que ha de matar al monstruo que la ama o de revelar, al menos, su identidad, pese a la condición impuesta por Cupido de no hacerlo. A continuación, Psique, dispuesta con una daga en mano para matarlo, lo identifica con una lámpara, pero el niño alado huye al quemarse el hombro con la cera del candil. Psique intenta retenerle inútilmente.
Después, Psique se venga de sus hermanas y ambas mueren despeñadas, al tiempo que va errante en la búsqueda de su esposo. Además, invoca a las diosas Ceres y a Juno, aunque ninguna la ayuda por no disgustar a Venus. Sin quedarle otro remedio, se presenta la propia Psique ante Venus, quien la somete a duras pruebas de las que sale victoriosa gracias a la ayuda de animales y seres inanimados: ordenar los granos de semilla o conseguir lana de oro, el agua de una cumbre y la caja de la hermosura que le da Prosérpina en el Inframundo. La curiosidad de la muchacha por saber la belleza que esconde la caja del trabajo final hace que descanse en un profundo sueño, del cual Cupido consigue despertarla.
Finalmente, Cupido pide a Júpiter el permiso de casarse con ella y la historia termina con el matrimonio de ambos en el Olimpo, de cuya unión nace su hija, Voluptuosidad.
¿Cuento o mito?
Tras conocer el argumento, se podría pensar que se trataría de un bello amor mítico, ya que se observan temas frecuentes de la mitología como los nombres de los personajes (Juno, Ceres, Venus, …); el rapto por un ser alado (el mito de Oricia, raptada por Bóreas); la infracción del tabú relativo a la visión del esposo, e.g., en el mito de Sémele con el deseo de ver al dios, que le acarrea la desgracia; el andar errante de Psique que corresponde al mito de Ío; el descenso a los Infiernos que permite comparar a Psique con los numerosos héroes que también bajan (Odiseo, Eneas, …); la curiosidad por el recipiente cerrado que recuerda al mito de Pandora, etc.
No obstante, hay también numerosos motivos presentes en los cuentos populares, por ejemplo, las tres hijas con la menor como protagonista; el palacio encantado, objetos mágicos o los ayudantes animales o sobrenaturales (la Cenicienta, la Bella y la Bestia); la exposición de la protagonista a un monstruo; la envidia de las hermanas: las hermanas mayores atacan a la menor; el antagonismo familiar (la Cenicienta, Blancanieves), etc.
De esta forma, las líneas que suelen separar el mito y el cuento resultan muy difusas y poco definidas. Una posible respuesta sería que, a pesar de la intervención de lo mítico, un rasgo característico de las transformaciones que sufren los cuentos populares es el de adaptarse a la mitología de su propia área cultural. Por tanto, los elementos míticos se encargarían de dotar colorido al relato, sin necesidad de excluir la posibilidad de que se considerase un cuento popular.
En cualquier caso, lo que Apuleyo pretende mostrarnos es que el amor presenta dificultosas peripecias, pero siempre termina triunfante y apoteósico, de manera que, como dijo Virgilio en las Bucólicas X, 69: Omnia vincit amor et nos cedamus amori («El amor vence todas las cosas y nosotros cedamos al amor»).