No es ninguna novedad, ya que lo hemos comentado regularmente, pero este año ha sido excepcional en lo que respecta a series de televisión, algo pocas veces visto en el siglo XXI. Y no exagero ni una coma. Primero, la cantidad de series y grandes producciones ha sido apabullante. Segundo, la calidad de muchas de ellas ha sido increíble. Tercero, el constante estreno semanal, sin importar la plataforma, generaba incluso cierta sensación de agobio: nuevas series se acumulaban o coincidían con el lanzamiento de temporadas de producciones ya conocidas. Cuarto, hemos abarcado todo tipo de géneros: drama, thriller, judicial, fantasía, terror y muchos más. Podría dedicar diez artículos a analizar todo lo estrenado este año, pero no es el caso. Es importante recalcarlo porque, estando ya en la recta final del año, seguimos teniendo sorpresas que nos dejan impresionados.
A esto se suma una auténtica joya: 2024 ha sido un año notable para el cine español. La taquilla ha funcionado bien incluso para producciones más pequeñas, y hemos disfrutado de numerosos estrenos, varios de ellos de una calidad destacable, especialmente en el género dramático. Hemos explorado historias de amor, conflictos familiares e incluso momentos del pasado de España que nos han conmovido profundamente. En definitiva, ha sido un año fenomenal para el cine español, y la próxima gala de los Goya será un verdadero desafío para decidir los ganadores.
Estos dos puntos se unen hoy para una recomendación destacada, una auténtica sorpresa que combina lo mejor del cine español con la calidad de las series. Me refiero al trabajo de Rodrigo Sorogoyen, un cineasta español que considero uno de los talentos más destacados de la actualidad. Con su película As Bestas, la miniserie Antidisturbios, y grandes obras como El Reino, Sorogoyen ha demostrado ser un director joven de un talento descomunal, capaz de firmar una filmografía que pocos pueden igualar.
No obstante, es justo reconocer que esta miniserie no es solo obra suya, ya que Paula Fabra y Sara Cano también han estado detrás de este proyecto. Aunque la promoción se centre en el nombre de Sorogoyen, resulta evidente que ha sido un esfuerzo colectivo.
Hoy hablamos de una de las sorpresas de esta última etapa del año: una miniserie que, como la vida misma, es un relato realista, natural y con una concepción guionística genial.
Hablemos de los Años Nuevos
Esta serie, compuesta por diez episodios, se estrenará en dos partes: los primeros cinco estarán disponibles inicialmente y, más adelante, se lanzarán los cinco restantes en la plataforma Movistar Plus. Cada episodio tiene una duración aproximada de 45 minutos, salvo el piloto, que supera la hora para permitir una inmersión adecuada tanto en la historia como en el concepto detrás de la idea.
La serie se presenta como un relato de la vida misma, de lo cotidiano, de las dinámicas familiares, y del paso del tiempo. Aborda nuestras inseguridades y el desarrollo personal durante la década que transcurre entre los 30 y los 40 años, un período crucial en el que suelen producirse transformaciones fundamentales. Su estructura es original y cautivadora: cada episodio se sitúa en la noche de Nochevieja y el día de Año Nuevo, es decir, el 31 de diciembre y el 1 de enero, siguiendo este esquema hasta el episodio final.
La elección de este marco temporal no es casual. A través de estas noches especiales, la serie explora la evolución de su pareja protagonista. Ana, que cumple 30 años el día de Año Nuevo, es una mujer que aún busca su camino: vive en un piso compartido, no le gusta su trabajo, y cambia de amistades constantemente. Por otro lado, Óscar, quien cumple 30 años en Nochevieja, parece tener su vida resuelta: es médico, tiene un círculo de amigos sólido y mantiene una relación intermitente. La noche en la que ambos celebran sus 30 años se conocen, se enamoran y comienzan una relación llena de idas y venidas que se extenderá durante una década.
La serie explora cómo dos personalidades tan diferentes logran compaginarse en una relación, un enfoque que resulta fascinante. A través de ellos, experimentamos todas las emociones posibles: momentos de amor, pasión, discusiones, dudas, certezas, inseguridades, y momentos de dolor. Es un retrato sincero de lo que cualquier pareja puede enfrentar en la actualidad, presentado con una autenticidad que conmueve.
Una de las razones por las que esta serie impacta tanto es su ejecución. Desde el guion y los diálogos hasta las actuaciones, todo está cuidado al detalle. La idea de ambientar cada episodio en noches tan significativas añade un componente emocional y simbólico que eleva la experiencia. La naturalidad con la que se desarrolla cada escena, incluso las más íntimas o gráficas, es un logro que no deja de sorprender.
Francesco Carril e Iria del Río, los actores que dan vida a Óscar y Ana, son la esencia de esta historia. Ambos interpretan a personajes completamente normales, lo que facilita la empatía del espectador. La química entre ellos es palpable, y los momentos que comparten están cargados de miradas, gestos y emociones que resultan casi perfectos en su representación.
Otro de los grandes aciertos de la serie es la variedad de escenarios y situaciones que nos presenta. Desde reuniones en la casa de los padres de cada uno hasta noches en discotecas o viajes a Berlín, cada episodio se siente único y diferente. Todos estos contextos se entrelazan para construir un núcleo dramático sólido, centrado siempre en la pareja y en la esencia misma de la vida.
Con solo cinco episodios vistos hasta ahora, puedo afirmar que Los Años Nuevos es una de las series más interesantes y originales del año. Si logra cerrar con un final que esté a la altura de lo visto hasta ahora, no dudaría en considerarla no solo la mejor serie española del año, sino una de las mejores en general. Es, sin duda, una auténtica joya que merece ser descubierta y disfrutada.
