Las fuerzas ucranianas destruyeron un puente clave sobre el río Seym en la región rusa de Kursk. Esta acción, que tuvo lugar el viernes, representa un golpe estratégico para el Kremlin, ya que el puente destruido era esencial para el abastecimiento de las tropas rusas en la región. La operación, llevada a cabo cerca de la ciudad de Glushkovo, ha dejado una parte del distrito local aislado, complicando las operaciones rusas en la zona.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, destacó la importancia de esta ofensiva, señalando que las fuerzas ucranianas estaban consolidando sus posiciones en Kursk. Zelensky insinuó que los territorios capturados podrían utilizarse como moneda de cambio en futuras negociaciones, sugiriendo la posibilidad de un intercambio por regiones ucranianas actualmente ocupadas por Moscú.
Este ataque es parte de la mayor incursión de Ucrania en territorio ruso desde el inicio de la invasión a gran escala por parte de Moscú en febrero de 2022. En su segunda semana, la operación ha causado un desplazamiento masivo de la población rusa, con más de 120,000 personas huyendo en busca de seguridad.
A pesar de los avances en territorio ruso, Kiev ha reiterado que su objetivo no es ocupar tierras rusas. Mykhailo Podolyak, un alto asesor de Zelensky, declaró que la incursión tiene como fin presionar a Moscú para que entre en un proceso de negociación en términos favorables para Ucrania. Según Podolyak, la ofensiva en Kursk es una herramienta militar que busca persuadir a Rusia de comprometerse con un proceso de negociación justo, calificándola como un medio eficaz de coerción.
El jefe del ejército ucraniano, Oleksandr Syrsky, informó que las tropas ucranianas han logrado avances significativos, moviéndose entre uno y tres kilómetros en varias zonas controladas por el enemigo. Syrsky espera capturar numerosos prisioneros en los combates en la aldea de Mala Loknya, ubicada a unos 13 kilómetros de la frontera con Rusia.
Mientras tanto, en la región rusa de Belgorod, que limita con Ucrania, las autoridades han comenzado a evacuar cinco pueblos debido al avance ucraniano. Vyacheslav Gladkov, gobernador de Belgorod, anunció el cierre de acceso a estos asentamientos a partir del 19 de agosto, destacando la necesidad de expulsar a los residentes y ayudarlos a trasladar sus pertenencias.
Por otro lado, las fuerzas rusas también han logrado avances en el este de Ucrania, donde capturaron la localidad de Serhiivka, acercándose a la ciudad de Pokrovsk, un centro logístico crucial para el suministro de tropas ucranianas en el frente oriental. Pokrovsk ha sido objeto de intensos bombardeos por parte de Rusia, lo que ha llevado a las autoridades locales a instar a los civiles a evacuar la zona ante la rápida aproximación de las fuerzas rusas.
Donetsk y Crimea
En la región ucraniana de Donetsk, bajo control ruso, funcionarios prorrusos han acusado a Kiev de un ataque contra un centro comercial que dejó al menos siete personas heridas. Denis Pushilin, gobernador de la autoproclamada República Popular de Donetsk, informó que la ciudad ha estado bajo fuego constante desde el mediodía del viernes, con un saldo de tres civiles muertos y cinco heridos en las últimas 24 horas.
En Crimea, región anexada por Rusia en 2014, las tensiones también han aumentado. El Ministerio de Defensa ruso informó que durante la noche del viernes, sus defensas antiaéreas derribaron misiles que tenían como objetivo el puente de Kerch, una infraestructura crítica construida bajo las órdenes del presidente ruso, Vladimir Putin. Este puente ha sido un objetivo recurrente de los ataques ucranianos desde el inicio de la ofensiva rusa.