La coalición de izquierda conocida como el Nuevo Frente Popular (NFP), que se posicionó como la primera fuerza en las recientes elecciones legislativas francesas del 7 de julio, enfrenta una crisis interna que podría debilitar su unidad. La Francia Insumisa (LFI), una de las fuerzas que componen la alianza, ha lanzado un desafío directo al presidente Emmanuel Macron, advirtiendo sobre un posible procedimiento de destitución si no se nombra a Lucie Castets, su candidata, como primera ministra.
Divisiones en la coalición
El ultimátum de LFI, liderado por Jean-Luc Mélenchon, no ha sido bien recibido por sus aliados socialistas, ecologistas y comunistas, quienes han tomado distancia de la amenaza justo antes de las consultas que Macron tiene previstas con los líderes políticos para formar un nuevo gobierno. Esta ruptura interna pone en riesgo la estabilidad del NFP, que obtuvo 193 escaños en la Asamblea Nacional, en un parlamento fragmentado donde ningún bloque tiene mayoría absoluta.
Francia continúa sin un primer ministro más de seis semanas después de la segunda vuelta electoral, celebrada tras la victoria de Marine Le Pen en las elecciones europeas del 9 de junio. Macron, quien había indicado que no designaría un nuevo jefe de gobierno hasta mediados de agosto, ha convocado reuniones con los líderes parlamentarios para intentar formar una mayoría estable. Sin embargo, la fecha para anunciar al sucesor del primer ministro saliente, Gabriel Attal, sigue siendo incierta.
El dilema del primer ministro
El NFP, al ser el mayor grupo parlamentario, reclama el derecho a designar al primer ministro y ha propuesto a Lucie Castets, una funcionaria del Ayuntamiento de París. Macron ha rechazado esta opción, argumentando que un primer ministro del NFP sería rápidamente derrotado por una moción de censura. Esta negativa ha llevado a LFI a amenazar con un procedimiento parlamentario para destituir al actual presidente si no cede, pero la falta de apoyo de sus aliados dentro de la coalición hace que esta posibilidad sea remota.
Reacciones y posibles consecuencias
La propuesta de LFI ha reavivado las tensiones dentro de la izquierda francesa. Olivier Faure, líder del Partido Socialista, criticó duramente la iniciativa de Mélenchon, calificándola como un «regalo» para Macron. Por su parte, figuras dentro del NFP como Fabien Roussel, del Partido Comunista, y Marine Tondelier, de los ecologistas, han manifestado su preocupación por las divisiones que esta situación genera en la coalición. Mientras tanto, otros posibles candidatos a primer ministro, como Bernard Cazeneuve, Michel Barnier y Valérie Pécresse, siguen sonando en los rumores políticos.