El poder adquisitivo de los españoles lleva seis años estancado en comparación con el resto de Europa, a pesar del crecimiento económico que el Gobierno de Pedro Sánchez ha destacado como un éxito. De acuerdo con los datos proporcionados por Eurostat, el Producto Interior Bruto (PIB) por habitante de España en 2019 representaba el 91% del promedio de la Unión Europea, y esa cifra permanece sin cambios en la actualidad. Esto indica que, aunque la economía española ha crecido en términos absolutos, este avance no se ha traducido en una mejora real del poder adquisitivo de los ciudadanos.
Crecimiento sin impacto individual
El Gobierno de Pedro Sánchez ha promocionado el crecimiento del PIB como un logro significativo, pero el incremento de la población ha diluido sus efectos a nivel individual. Según un informe reciente de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), desde 2022, la población de origen extranjero ha crecido en 1,2 millones, mientras que la población española solo aumentó en 232.000 personas. Esto significa que el crecimiento del PIB, al distribuirse entre un mayor número de habitantes, no ha logrado superar los niveles relativos del resto de Europa.
El consumo individual también refleja esta realidad. España se encuentra por debajo de la media de la Unión Europea en este indicador, situándose más cerca de economías como Grecia o Polonia que de países más desarrollados como Francia, Alemania o Países Bajos. De acuerdo con Eurostat, el consumo per cápita de España está un 10% por debajo de la media de la UE. Este indicador sitúa a cada español con un 91% del poder adquisitivo promedio europeo, mientras que un belga disfruta de un 118%, un danés de un 125% y un irlandés de un 213%.
Comparación con otros países europeos
En 2023, los niveles de consumo individual real en los países de la Unión Europea oscilaron entre el 70% y el 136% de la media comunitaria, según la Comisión Europea. Mientras que países como Luxemburgo, Países Bajos y Alemania lideraron el ranking con consumos muy por encima de la media, España quedó relegada. Incluso en los últimos tres años, cuando 15 países de la UE experimentaron aumentos significativos en su consumo per cápita, España solo logró recuperar los niveles de 2019, sin superar los registros de 2017.
Este estancamiento también es visible en otros indicadores económicos y sociales. A pesar de registrar un crecimiento económico del 2% anual, la economía española no ha avanzado en términos de paridad de poder adquisitivo. La Comisión Europea ha destacado también problemas estructurales en España, señalando una situación crítica en áreas como el abandono escolar, el riesgo de pobreza y exclusión social (incluyendo el infantil), y la baja efectividad de las prestaciones sociales en reducir estos problemas.
Un factor clave que ha frenado el poder adquisitivo de los españoles es la inflación. Aunque España ha experimentado un crecimiento económico, el aumento de los precios ha erosionado los ingresos de las familias. Según el índice de precios al consumidor (IPC), la inflación en España ha superado en varias ocasiones la media de la Unión Europea, afectando especialmente a bienes de consumo básico.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha sido criticado por no traducir el crecimiento económico en mejoras palpables para la población, a pesar de las cifras macroeconómicas positivas, la economía española está lejos de alcanzar los niveles de prosperidad de otros países europeos.