En España, la okupación de viviendas ha alcanzado proporciones notables, con ocupantes que no dudan en exhibir sus hogares ilegales tanto en redes sociales como en programas de televisión.
Una vivienda de 800 metros y más de medio millón de euros
Un ejemplo de esto es María Iguazo, una mujer con cinco hijos, quien ha ocupado un chalé en Menorca valorado en 700.000 euros, con 800 metros cuadrados de extensión, tres baños, cuatro habitaciones, amplias estancias y hasta una piscina.
Mientras mostraba la vivienda a un periodista, María expresó sin tapujos: «Lo voy a estrenar por mi coño, me lo merezco. Ni Beyoncé«.
Negocio dentro de la okupación
Su historia llegó a la televisión de la mano de Ana Rosa Quintana en su programa TardeAR. María explicó que para ocupar la villa tuvo que pagar a otra persona, no al propietario, para que le proporcionara las llaves, y ahora ese individuo le exige 400 euros al mes. Según sus palabras, se trasladaron a esta nueva vivienda debido a problemas en su anterior vecindario.
Al cuestionarla sobre si el problema estaba relacionado con otros okupas, Ana Rosa mostró indignación. María justificó la ocupación argumentando que con los 1.600 euros que recibe del Ingreso Mínimo Vital no puede permitirse alquilar una vivienda en Menorca.
Tras la entrevista, Ana Rosa expresó su indignación: «hemos normalizado la okupación como un derecho«. Señaló que todos merecen viviendas dignas, pero que los propietarios no deberían cargar con la responsabilidad de personas como María y sus hijos.
Un debate cada vez más recurrente
El debate sobre la okupación también se ha extendido a otros programas de televisión. En «Vamos a ver», se presentó un reportaje sobre Stanley, un joven que vive como okupa en Torrejón de Ardoz, Madrid. Los vecinos expresaron preocupación por las amenazas y los destrozos en las zonas comunes.
Stanley admitió vivir como okupa y tener antecedentes policiales, aunque negó pertenecer a bandas latinas. Está desempleado y espera que la Administración le otorgue una vivienda social.
El presentador, Joaquín Prat, reaccionó indignado: «entonces, ¿todas las personas que esperan una vivienda social son más tontas que tú?«. La respuesta afirmativa del okupa generó más cuestionamientos sobre por qué algunos siguen las normas mientras otros no lo hacen.