Hace varias décadas una figura política, sin importar su ideología, podía acudir a las plazas de toros para disfrutar de esta tradición tan arraigada en nuestro país y apoyarla abiertamente, sin caer en los prejuicios políticos o sociales. Este fenómeno no era algo ajeno a los políticos del PSOE, quienes a pesar de tener una idea diferente a la que tenían otros partidos sobre los cambios que debían hacerse en España, mantenían una relación cercana con la tauromaquia.
La tauromaquia ha sido desde hace siglos una parte destacada de la identidad española e incluso una seña de identidad a nivel internacional. No hay que olvidar los miles de extranjeros que acuden a ver las corridas de toros desde los años 60. Unos festejos que consigue reunir en sus butacas a toda la sociedad española, sin importar al partido que voten, donde vivan o donde trabajan. La fiesta de los toros ha sido siempre una tradición compartida que traspasaba las barreras sociales y políticas.
Por eso, a principios del siglo XX, el PSOE contaba con políticos que encontraban en los toros un espacio y una afición común con el pueblo español. No hay que olvidar que figuras como Francisco Largo Caballero, conocido como el «Lenin español», y Julián Besteiro, ambos destacados líderes socialistas, eran conocidos por ser aficionados a las corridas de toros. Ell ex ministro del Interior, José Luis Corcuera, aficionado taurino, declaraba que: «Desconocen a los intelectuales de izquierdas que defendieron el hecho taurino, es un desprecio».
Pero con el paso del tiempo la actitud del partido socialista con la tauromaquia fue cambiando de dirección, y a medida que han pasado los años se ha situado como una de las principales fuerzas que ha querido prohibir y eliminar la tauromaquia en España.
Pero dentro del partido socialista sigue habiendo políticos con una gran afición a los toros y que no han apoyado la prohibición de esta fiesta nacional. Estos serían, por citar algunos, Carmen Calvo, Juan Espadas, José Luis Ábalos e incluso el socialista vasco Eneko Andueza, quienes además no han apoyado la decisión del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de prohibir y eliminar los toros en España.
Carmen Calvo: socialista y taurina
Carmen Calvo, actual presidenta del Consejo de Estado, siempre se ha definido como taurina y ha apoyado la celebración de las corridas de toros, a pesar de que el PSOE se ha mantenido firme en su compromiso de eliminarlos. Así, Calvo en 2022 declaró que: “El debate toros sí y toros no ha existido siempre. No hay nada más moderno que una tarde de toros o una ópera”.
Una posición que Calvo siempre ha querido defender y demostrar que no es incompatible ser taurina y socialista, incluso en una entrevista con Carlos Herrera en la Cope en el año 2019, declaró ante todos los oyentes que: “Cuando puedo, voy a los toros. Y no voy a pedir perdón por esto, faltaría más”.
Incluso en esta feria de San Isidro se pudo ver a la presidenta del Consejo de Estado en la barrera viendo una corrida de toros y no dudó en pronunciarse sobre la tauromaquia y el socialismo ante los micrófonos de Onetoro: “Los toros son de todos, entran en la historia de nuestro país y nadie puede patrimonializarlos, le hacemos un flaco favor si los politizamos”.
Emilio García-Page: se desmarca de la prohibición de los toros
El presidente de Castilla-La Mancha, Emilio García-Page, es otro de los políticos socialistas que no han dudado en mostrar su contrariedad a la decisión de acabar con los toros. Igual que en el caso de Carmen Calvo, Page es uno de los políticos socialistas que no duda en asistir a las corridas cada vez que tiene oportunidad.
No hay que olvidar que hace unas semanas confirmó que desde su comunidad autónoma estaba sentando las bases para la creación de unos premios de tauromaquia, después de la prohibición de estos por parte del ministro de Cultura.
Así, Page declaró ante los medios que, aunque respetaba la decisión de Urtasun, España decidió “por ley” que la tradición taurina, los toros, “es patrimonio cultural”, y el ministro, como máximo representante de la Cultura, tiene el encargo de «cuidar» y no de “maltratar”.