Nuestras Fuerzas Armadas son unas de las instituciones más antiguas y mejor valoradas en España. En los momentos más duros siempre está el ejército para dar la cara por nosotros. Tras la catástrofe de la DANA en Valencia, gran parte de la ciudadanía clamaba por la llegada del ejército, no de los políticos. Sin embargo, gran parte de la población de este país parece tener un trauma con el ejército, como si los uniformes verdes provocaran sarpullidos y sólo con ver un militar en la calle ya piensan en totalitarismo y Franco, sobre todo en Franco.
Lo cierto es que el ejército en su totalidad es una institución pública que debe estar al servicio de la ciudadanía en todo momento, como la educación o la sanidad pública. La infame Margarita Robles tuvo el cuajo de decir que “el ejército no está para esto”, si el ejército español no está para salvar vidas de ciudadanos españoles, entonces disuélvanlo. El ejército precisamente está para esto, para acudir en el peor momento a la máxima velocidad.
El ejército sufre un mal que muchas otras instituciones padecen desde hace décadas, y es la politización. Las Fuerzas Armadas poco a poco están dejando de ser una institución militar para convertirse en una institución política, la enorme burocracia estatal está engullendo al ejército para convertirlo en lo que son todas las instituciones públicas hoy día, una agencia de colocación. Los altos mandos del ejército cada vez tienen un perfil más político y menos militar, lo que hace que el ejército ya no sea el último bastión de la democracia, sino el brazo armado del político. Hubo un tiempo en el que el ejército, al igual que la Iglesia, era un contrapoder del Estado, y la única manera de que el ejército vuelva a ser lo que fue es que el Rey vuelva a ser Rey.
A muchos constitucionalistas se les llena la boca diciendo que el Rey es el Capitán General de los Ejércitos, pero no, señores: la banda roja de su cintura es decorativa, al igual que la corona. La monarquía debería tener, como mínimo en tiempos de crisis, la capacidad de poder movilizar el ejército. Estoy convencido de que, si Su Majestad el Rey fuera el verdadero Capitán General de los Ejércitos, las Fuerzas Armadas se hubieran movilizado mucho antes. De hecho, la primera unidad militar que se movilizó fue la que únicamente depende de él, la Guardia Real, la primera que llegó al terreno. Además, ¿quién prefieren que controle el ejército, Margarita Robles o Felipe VI? Y ya no es lo que prefieran, ¿qué tiene más sentido, que el mando del ejército lo ostente una magistrada o un “economista” como Pedro Sánchez, o un militar de carrera como Felipe VI?
La democracia moderna nos pone en situaciones grotescas, desde tener que aguantar a un filósofo como ministro de Sanidad en la pandemia más dura en 100 años, hasta tener como ministro de Transportes a un profesor de primaria como Ábalos. Sí, José Luis es licenciado en Magisterio.
En definitiva, el ejército se debe a la ciudadanía, su misión es defender la vida de los españoles, y para ello necesita despolitizarse e independizarse, y por ello el Rey debería tomar las riendas de las Fuerzas Armadas de nuevo.