Hércules

Registrarse

|

Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

|

6 Oct 2024
6 Oct 2024
EN VIVO

Obélix no era bilbaitarra

El nacionalismo vasco siempre se ha caracterizado por la invención de un relato de lucha y resistencia frente al invasor el cuál es inexistente

Sello de Sabino Arana, el principal precursor del nacionalismo vasco

Cuando se vienen elecciones locales es el momento de sacar las esencias más quintaesencialistas del terruño, y de dejar muy claro que lo que ocurre dentro de las fronteras locales está casi al nivel de los caucus de Estados Unidos ¡como poco, qué menos oiga! Y ya sabemos que en esta tierra de I-span-ya , que llamaron los fenicios cuando vinieron en megacayucos a hacer de migrantes a las costas peninsulares, nos gusta más un hecho diferencial que bailar Paquito el chocolatero con un cachi de zurracapote en la mano. Habiendo sitios donde tienen especial tradición el decir que son más especiales que una caja de bombones de moncheri, y casi tan empalagosos como estos. Aunque cuando las cosas se ponen en plan de café para todos (cosa imposible, como ya dijera parece ser que Romanones, cuando señaló que cómo se va a gobernar un país donde no hay dos paisanos que pidan el mismo tipo sentados a la mesa), aquí nos lanzamos todos a un ¡Viva Cartagena!, y el que venga detrás que arree, que aquí somos muy de nuestro señor padre y de nuestra santa madre.

El mito del nacionalismo vasco, la inexistente resistencia frente a Roma

Es por eso por lo que se puede leer en un museo de Barcelona, muy apegado a la presunta Historia local, que «Escipión invade Cataluña en el año 218 antes de Cristo», que un poco más y te indican mejor el año por el «molt honorable president de la Generalitat» que ya estaba al mando cuando a don Publio Cornelio le dio por desembarcar en Ampurias, donde los íberos indigetes andaban ya tocados de barretinas y bailaban sardanas, faltara o faltase. Porque todo tiene que ser antecesor a Atapuerca como poco. O no tener nada que ver con lo que le ha pasado al vecino. Como esa romanización que se produce de manera en que el palabro fenicio deriva al latino Hispania y, claro, los de Barcino, Tarraco y el arco de Bara, no les queda más remedio que sentirse más del Foro que Trajano (que no era de Sevilla, pero un poco más y pasando Despeñaperros te lo hacen ya del Betis). Pero otros, pues que no. Que ellos son como los galos de Astérix y Obélix. Toda Hispania está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles vascones resiste, todavía y como siempre, al invasor…

Y así lo quiere hacer creer el nacionalismo vasco, como si esa zona hubiera quedado al margen de esos maketos itálicos con pinta de españolazos imperialistas. ¡Que a buen sitio han ido a dar, ayvalahostia! Aunque en verdad las guerras en el norte donde realmente se dieron la del pulpo y hasta el final, con la victoria de Augusto, fueron contra los cántabros. Que estos de Santander (un recoleto entonces Portus Victoriae), cuando se ponen bravos hay que verlos con Coroccota al frente. Suelen callar por el País Vasco actual cuando se les recuerda que su mítica Iruña se llama Pamplona tras la derrota ante Roma y ante quien le dará nombre, Pompaelo, tras dejar Olcairun hecha unos zorros, por indepes, ¡ea! Que Cneo Pompeyo Magno no se andaba con melindres. Que Álava será muy eusquérica, y habrán vivido autrigones, caristios, várdulos y berones, pero que la calzada de Astorga a Burdeos a ver por dónde se creen que pasa. Que en Donosti había entonces más asentamientos romanos que rulottes de gabachos haciendo camping hoy. Y que el viejo Bilbao vizcaíno tiene unos orígenes tan itálicos como la Vespa. Que ya Plinio citaba Amanun Portus como el lugar donde tomarse unos potes las legiones, nada menos.

El buen Obélix, votante del PNV, txikitero y del Athletic

Va a dar igual. Aunque les muestres los restos de los más de 200 asentamientos romanos catalogados, y no sólo por el interior, sino por todo el litoral y en sus rías. Que los encuentres en Guetaria, Bermeo u Oyarzun. ¡O hasta en Guernica! Y que puedas ir de este a oeste por esas calzadas mencionadas; o de sur a norte desde Miranda por el alto de Ibañeta, a cruzar los Pirineos. ¡Obélix era bilbaitarra! Calzaba txapela y tocaba el txistu para enamorar a la neska de turno. Que lo sepan. Aunque no me imagino a la hermosa Falbalá trasquilada su melena para aparecer con flequillo vasco abertzale. Pero lo que no consiga el nacionalismo excluyente para diferenciarse y ser únicos, ¡no lo consigue nadie! Hasta que Astérix sea del Athletic, y Falbalá… resulte fea.

Comparte la nota

Deja un comentario

Noticias relacionadas

Vivienda

La vivienda no es un derecho

Decir que la vivienda es un derecho es como insistir en que el café sea...
Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, en una imagen de archivo. / AP

Cartas de la Nueva España

No hay más noticias
Scroll al inicio

Secciones

Secciones