Que Pedro Sánchez es un embustero no es noticia, ni lo es que aun estando sumergido en el fango siga luchando por permanecer a flote. Tampoco es noticia que el partido socialista juega sucio y que siempre que puede se cuela por la puerta de atrás para no dar explicaciones. Esto es capaz de reconocerlo todo aquel que no esté completamente cegado por una ideología parasitaria y visceral.
Precisamente por lo anterior, recibí con perplejidad las declaraciones de Borja Semper. En una de sus declaraciones, Semper habló de error generalizado, de un error en el que incurrió por unanimidad todo el Congreso de los Diputados. De sus palabras interpreto que, si el error ha sido también de los demás, y no solo del Partido Popular, entonces la responsabilidad de su partido ha de ser menor. Semper no es avaricioso y habla de repartir la culpa entre todos, como si el asunto, en lugar de versar sobre rebajas de condenas y próximas excarcelaciones de presos etarras, tratara del reparto de los trozos de una carta.
Atentos, que la cosa no acaba aquí, añadió también Borja Semper que van a procurar que este engaño pase factura al Gobierno, ni poniendo todo mi empeño en ello consigo creer sus palabras. Mira que se lo pone fácil el Gobierno de Sánchez, no pueden decir los Populares que no tienen por donde atacar, porque si algo tiene el Gobierno son frentes abiertos. Aun así, no veo que terminen de tener claro cuál es su lugar, será que los Populares siguen decidiendo qué banderas de la izquierda tienen que abrazar para que el electorado de izquierdas los mire con algo menos de desprecio. Solo sé que como sigan dando palos de ciego tenemos Sánchez para rato, pues nunca lograrán atraer al votante de izquierdas y, además, espantarán al siempre desamparado votante de derechas.
Vox tampoco se queda atrás, en su defensa alegaron que su error no tiene consecuencias porque no cambia el resultado de la votación. Para mí esto no tiene ninguna importancia, que uno acabe inevitablemente arrastrado por las fuerzas de la mayoría no es excusa para no intentar resistirse a ella, por lo que recurrir a este argumento me parece del todo cobarde. Que la mayoría opine de una manera no significa que tenga razón, ni mucho menos que esté obrando bien, a la vista está que no es así. Tampoco se olvidó la formación de Abascal de seguir atacando a los Populares, antes de entonar el mea culpa prefirieron pasarle la pelota al de lado, demostrando que, una vez más, se equivocan de enemigo.
Pero ¿qué le pasó a la oposición? Acaso pensaron que el texto a aprobar en el Congreso era como el prospecto de los medicamentos, que es mejor no leerlo con detenimiento o, simplemente, no leerlo para evitar llevarse un susto. Un error de semejante calibre no tiene justificación, menos cuando ya nada se puede hacer para remediarlo. No me malinterpreten, no piensen que con mis quejas hacia la oposición quito importancia a la actuación del resto de participantes de la votación, participantes que sí eran plenamente conscientes de lo que votaban. Por supuesto que no, si no he centrado este artículo en ellos es porque nada de lo haga el Gobierno y sus socios me causa ya sorpresa, de su vileza y total ausencia de moral no tengo dudas.
Dicho todo lo anterior, le pido a la oposición que se ahorre las caras de sorpresa y que deje de entonar el Pedro nos ha engañado (otra vez), asuman responsabilidades y háganse cargo de todos sus errores. Y, por favor, tómense su trabajo en serio, que es España lo que está en juego.