¿Eres rico y no lo sabes? Así titulaba el canal de televisión la Sexta la noticia que dio el pasado sábado. Hay que reconocer que la pregunta tiene cierto gancho, ¿cómo va uno a ser rico y no saberlo? Ellos te lo explican: es el curioso caso de los ricos asintomáticos. La noticia no habla de salud o amor, aunque habrá quien posea ambas cosas y se sienta la persona más rica del mundo, habla de dinero; concretamente se explican los umbrales de ingresos anuales que encasillan a cada persona en una clase social u otra, pudiendo ser baja, media o alta.
Los datos hacen referencia a toda España, aunque factores como el lugar en el que vives afectan sustancialmente al coste de la vida. De acuerdo con los datos proporcionados, dentro de la clase baja se sitúan quienes obtienen unos ingresos anuales que no superen los 11.500 euros, dentro de la clase media quienes obtienen unos ingresos que no superen los 30.400 euros y en la clase alta quienes estén por encima de este último umbral. La renta mediana se sitúa en 23.700 euros anuales.
Viendo estas cifras se extrae que quienes cobran el salario mínimo interprofesional se ubican dentro del grupo de la clase media, es decir, quienes perciben la cuantía que el Gobierno ha fijado como la retribución mínima que ha de cobrar un trabajador por su jornada laboral. No cabe sorprenderse en exceso, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya avisó en una de sus intervenciones en el Congreso de los Diputados de que “clase media son todos los ciudadanos que cobran el salario mínimo interprofesional”, cifra que este año se sitúa en 1.134 euros mensuales si se percibe en catorce pagas. Los números son poco alentadores, cabría esperar un poco más de un país que va como un cohete.
Para más escándalo, en la propia noticia ya hacen un llamamiento a los despistados, comentan que mucha gente puede ser más rica de lo que se piensa, ¡hagan cuentas y puede que se lleven una sorpresa! es lo que parecen decir. Sí, puede que le dieran la inesperada noticia de que es usted rico, para sorpresa de todos, incluido usted, pues no da crédito al observar su cuenta bancaria y los gastos a los que tiene que hacer frente todos los meses. O que, pese a sus apuros, es usted de clase media, suspire intranquilo mientras sujeta la cartera, que los favores y las concesiones no se pagan solos.
Querrán hacerle creer que vivir con la preocupación de revisar una y otra vez la lista de la compra para ver qué es prescindible o qué puede ser sustituido por productos más baratos es un hábito, como poco, saludable. Querrán hacerle creer que tener una vivienda en propiedad es un capricho tonto, que compartir piso no es una obligación sino un gusto porque compartido todo sabe mejor. Querrán hacerle creer que elegir entre pagar la cuota del gimnasio e ir a cenar a un restaurante está bien, porque al fin y al cabo siempre le quedará salir a correr. Querrán hacerle creer que renunciar a tener hijos y cambiarlos por una mascota es de gente moderna. Querrán hacerle creer muchas cosas, pero sobre todo querrán que deje de pensar.
Solo me queda decirles que se anden con ojo porque Pedro Sánchez ya avisó de que en su mandato los ricos pagarían más impuestos. Y son precisamente quienes gobiernan bajo la amenaza de que serán los ricos los que paguen más impuestos, quienes deciden quién es rico y quién es pobre, marcando umbrales que nos sitúan a todos en el blanco de su diana y nos conducen a un empobrecimiento progresivo de la población.