Nunca en la vida se habían comprado tantos productos de belleza y cosmética como ahora. Que si la doble limpieza facial, tónico, contorno de ojos, hidratantes, cremas para atenuar las manchas, reducir las arrugas o disimular rojeces, serum… La gran mayoría de veces, todos estos productos se compran sin saber, en realidad, si nuestra piel los necesita. De hecho, lo normal es ver a cientos y cientos de influencers echarse miles de potingues en la cara y alabando las maravillas que esos productos hacen en su piel. Y es imposible no caer en la trampa, y más aún cuando se está en la pubertad.
Actualmente, la edad mínima legal para acceder a una red social en España es de 14 años, pero el uso de estas plataformas está tan generalizado que, según la fundación Pantallas Amigas, la edad media con la que los adolescentes acceden a su primer smartphone oscila entre los 10 y los 12 años. Una edad muy temprana si se tiene en cuenta que a los 10 años se es especialmente vulnerable a la hora de recibir información y a la hora de procesarla.
La evidencia científica ya ha avalado a través de numerosos estudios que los adolescentes y preadolescentes no deberían tener acceso libre a las redes sociales. Por ejemplo, el estudio Ventanas de sensibilidad del desarrollo a las redes sociales, publicado en 2022 en Nature Communications, o el titulado Asociación de conductas habituales de control en las redes sociales con el desarrollo cerebral funcional longitudinal, publicado en 2023 por la Sociedad Americana de Psicología. Ambas investigaciones refieren que la exposición a estas plataformas puede alterar tanto el bienestar emocional como el desarrollo neuronal de los menores en edades comprendidas entre 12 y 18 años.
Esto es así porque, además, tienen la capacidad de dejarse influir por lo que ven, por ejemplo, de los influencers. Es una de las consecuencias que está teniendo la aparición, sobre todo en TikTok, de chicas de entre 10 a 15 años recomendando cosmética, cremas, y maquillaje a un público de su edad.
Esta tendencia se agudizó en la pandemia, cuando la exposición a las pantallas y a las redes sociales se acentuó estrepitosamente. A partir de ahí, el uso de cremas y maquillajes se ha convertido en un ritual para jóvenes preocupadas por sus manchas, arrugas y papada, que ansían preservar su juventud.
La cosmeticorexia, el interés desmedido por el uso de productos de cuidado facial
Esta situación ha creado un nuevo trastorno de salud mental en niñas en la edad de la pubertad: la cosmeticorexia. Es decir, el interés desmedido por el uso de cosméticos y productos de cuidado facial, a menudo perjudicial para una piel tan joven. Tal es el furor entre las más jóvenes por este tipo de productos, que los expertos ya han alertado de un preocupante incremento de los casos de cosmeticorexia.
“Sorprende observar en la consulta la cantidad de adolescentes que han introducido gran número de productos en su rutina cosmética diaria”, cuenta Elia Roó a El País, dermatóloga y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Tal y como explica, el mal uso de estos productos se debe a que las adolescentes no suelen consultar al dermatólogo, sino que se guían por las redes sociales y utilizan cosméticos destinados a la piel adulta.
En la misma línea se posiciona Paloma Borregón, dermatóloga y directora médica de la clínica Kalosia, quien defiende que las adolescentes “se dejan llevar por lo que ven en redes sociales” y compran productos “que no son adecuados para su piel”. “Pueden causarles reacciones alérgicas o desatar y empeorar los brotes de acné, sobre todo cuando los cosméticos son de mala calidad”, asegura.
¿Antiarrugas para… niñas de 12 años?
Si la mitad de los sérums y productos que utilizan las preadolescentes, influenciadas por las redes sociales, no son adecuados para su edad, todavía lo son menos las cremas antiarrugas. Los expertos insisten, en este sentido, que una piel adolescente necesita únicamente dos cosas: hidratación y protección solar.
«Y si tienen granitos entonces se pueden introducir ingredientes para ayudar a regular la producción de sebo como el ácido salicílico o algún alfahidroxiácido, pero nada más. Ni contornos de ojos, ni productos con retinol, ni nada parecido», aclara la doctora Borregón. La dermatóloga lamenta que muchos adolescentes se estén «haciendo esclavos de la belleza antes incluso de tener problemas contra los que luchar.
Consecuencias en el bienestar emocional
Estas solo son las consecuencias dermatológicas, pero los expertos sanitarios advierten de que las mentales son mucho más peligrosas y perjudiciales, y muestran su preocupación por este fenómeno en auge en redes sociales.
«Tiene ciertos comportamientos adictivos porque llevan a cabo rutinas de belleza, dedican demasiado tiempo a consultar productos, revistas y tutoriales o compran grandes cantidades de cosméticos. Lo realizan durante un periodo más prolongado del que en principio habían previsto y normalmente no son capaces de controlar ese impulso», explica Consuelo Tomás a 20Minutos, especialista en Psicología Clínica y directora del Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones no Tóxicas.
Para Mara Cuadrado, psicóloga infantojuvenil y de familia, muchas niñas y adolescentes “se ven atrapadas en un mundo virtual donde pierden no solo su infancia, sino también el control de sí mismas”. Es en ese momento cuando comienzan los problemas de ansiedad: “Incluso se generan otros problemas añadidos como posibles trastornos de conducta alimentaria o problemas de absentismo escolar, puesto que anteponen la realización de sus vídeos a cualquier otra actividad académica o familiar”.
A juicio de Amparo Calandín, psicóloga sanitaria, es “preocupante” que de forma “muy precoz” se esté accediendo a «unas conductas y se esté normalizando una serie de patrones» que están «acortando la infancia» a estas niñas y adolescentes. Estas menores, señala, «están normalizando acciones y actitudes más de adultos que propiamente de su edad».
Y los padres, ¿qué hacen?
«El problema está viniendo en que quienes tendrían que estar supervisando este tipo de situaciones son los padres, y muchos de ellos, no entiendo por qué, están mirando para otro lado”, advierte la misma experta.
Los padres, muchas veces, permiten -y saben- que sus hijas publican este tipo de contenido. De hecho, en algunos de los perfiles de los preadolescentes, se señala que la cuenta está gestionada por sus padres. También puede darse el caso de que en las familias de estos jóvenes se dé mucha importancia a la imagen y a los valores más superficiales.
Pero, en realidad, tal y como explica Cuadrado, la mejor forma de ayudar a estas jóvenes es hablar con ellas sobre la necesidad a la que responde esta obsesión: “Detrás de estos excesos suele haber soledad, chicas que pasan demasiado tiempo solas en una habitación, sin adultos que interaccionen con ellas”.
La psicóloga añade que estas menores suelen sentir también inseguridad, deseos descontrolados de influir en los demás o de ser admiradas, reconocidas y aceptadas. Esta experta recomienda a los padres y madres que busquen un profesional de la psicología que ayude a sus hijas a gustarse tal cual son, a no necesitar seguidores, a cultivar el buen humor, la inteligencia o las relaciones familiares y sociales: “Y, por supuesto, acudir a un dermatólogo que les ayude con los problemas de piel y no a un esteticista”.