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6 Jul 2024
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El expolio nazi y Adele Bloch-Bauer

Se estima que más de 600.000 obras de artes fueron robadas entre 1933 y 1945: 200.000 en Alemania y Austria, y 400.000 en el resto de Europa
Adele Bloch-Bauer

“Y, sin embargo, cuando miro al cielo, de alguna manera siento que todo cambiará para mejor, que esta crueldad también terminará, que la paz y la tranquilidad regresarán una vez más”.

Ana Frank

La vida es aquello que pasa entre que nacemos y morimos. Es todo lo que sufrimos, lo que disfrutamos, son los seres queridos, los recuerdos y la memoria que nos acompaña hasta el fin de nuestros días. Sin embargo, ser feliz no siempre es fácil, sobre todo en momentos en los que la Historia se avergüenza de su propia vida y de los acontecimientos que recoge.

De esta forma, seis millones de judíos fueron asesinados en Europa en un intento de borrar historias, destruir familias, crear fantasmas y segar el trigo dorado de un pueblo que, en algún momento, fue feliz.

Pero, la peor parte fue la humillación y el descarno con el que vapulearon a toda una comunidad, sin refugio ni hogar al que acudir. Una pérdida completa de identidad y de todos los bienes que algún día poseyeron. Años oscuros para las personas que vieron cómo expoliaban su memoria, sus objetos más preciados y más de medio millón de obras de arte que, todavía, siguen sin ser devueltas a sus legítimos dueños.

El retrato de Adele Bloch-Bauer, una historia de esperanza

Adele, singular musa de Klimt, fue retratada en dos ocasiones, alimentando la especulación sobre un posible romance entre ambos durante una década. Ferdinand, además de su rol como marchante de arte, era un ferviente admirador y coleccionista de las obras de Klimt, llegando a poseer hasta siete de ellas. Trágicamente, Adele falleció de tuberculosis en 1925, dejando en su testamento el deseo de que las obras de Klimt, en posesión de su esposo fueran legadas a la Österreichische Galerie Belvedere, conocida como el Belvedere, debido a la ausencia de descendencia en el matrimonio.

Adele Bloch-Bauer

La Segunda Guerra Mundial alteró profundamente el destino de estas obras de arte. Con la ocupación nazi de Austria en 1938, Ferdinand se vio forzado a huir a Suiza, mientras que sus valiosas posesiones, incluyendo los cuadros de Klimt, fueron confiscadas por los nazis bajo la justificación de protegerlas. A pesar del deseo de Adele expresado en su testamento, Ferdinand, en el suyo, legó las obras a sus sobrinos, los hijos de Gustav y Theresa.

Maria Viktoria Bloch-Bauer, sobrina de Adele y Ferdinand, desempeñó un papel crucial en la lucha por la restitución de las obras saqueadas por los nazis. Desde Norteamérica, donde se estableció antes de la guerra, Maria Altmann, como ciudadana estadounidense, libró una intensa batalla legal que alcanzó incluso la Corte Suprema de Estados Unidos, destacando así el saqueo nazi como un crimen contra el arte.

En 1998, el gobierno austriaco anunció la devolución de las obras confiscadas ilegalmente por los nazis a sus legítimos dueños. Sin embargo, fue en enero de 2006 cuando Maria Altmann y su abogado, E. Randol Schoenberg, lograron que una corte austríaca reconociera que las pinturas de Klimt habían sido robadas de la colección de Ferdinand Bloch durante la era nazi. Estas obras fueron trasladadas a Los Ángeles, California, donde Maria Altmann las exhibió en el LACMA entre abril y junio de 2006.

Finalmente, en junio de ese mismo año, el icónico retrato de Adele Bloch-Bauer, conocido como «Adele de Oro», fue vendido por 107 millones de euros (135 millones de dólares), a través de Christie’s, al magnate Ronald S. Lauder, hijo de la fundadora de Estée Lauder y propietario de la Neue Galerie en Nueva York. Esta venta marcó un hito histórico, convirtiendo a la obra en la pintura más valiosa del mundo en ese momento, superando incluso a «Muchacho con pipa» de Picasso, vendida por 104 millones de dólares en 2004.

¿Cómo pudo recuperar Maria las obras?

A pesar de las negativas de Austria de devolver los cuadros a su legítima heredera, el Gobierno pasó por alto un detalle, y es que, independientemente de que el deseo de Adele era que las obras se mantuvieran en Viena, primero debían pasar a su marido. Y éste decidió añadir una cláusula donde dejaba todo el patrimonio a sus sobrinos.

Sin embargo, no fue este el hecho más relevante, si no el momento en el que los cuadros son expoliados por los nazis, años antes de la muerte de Ferndinand, para, posteriormente, ser vendidos a la Galería Bervedere. Por lo tanto, incluso teniendo en cuenta los deseos de su propietaria original, el testamento no se había respetado ya que su cónyuge seguía vivo antes del robo.

Parte del testamento de Adele Bloch-Bauer

Cronología y caso de estudio en profundidad

Tras el fallecimiento de Adele el 12 de marzo de 1938, Austria se integró al Tercer Reich en un momento histórico conocido como Anschluss. Lo que marca el inicio de una serie de acontecimientos que transformarían la vida de la familia Bloch-Bauer. Ferdinand Bloch-Bauer dejó Viena en marzo de 1938, inicialmente refugiándose en su residencia de verano en Checoslovaquia y más tarde trasladándose a Zurich, Suiza. Sin embargo, la sombra del gobierno alemán pronto se cernió sobre él.

En mayo de 1938, el gobierno alemán impuso a Bloch-Bauer una multa fiscal de setecientos mil RM bajo el pretexto de evasión de impuestos, confiscándole su vasto patrimonio que incluía propiedades inmobiliarias, una fábrica de azúcar y otros bienes personales. María, su hija, y su esposo, también dejaron Viena después del fallecimiento de su padre en agosto de 1938, estableciéndose finalmente en Massachusetts, Estados Unidos. Posteriormente, se trasladaron a Los Ángeles, donde se instalaron en el vecindario de Cheviot Hills, y María Altmann obtuvo la ciudadanía estadounidense en 1945.

En enero de 1939, se llevó a cabo una reunión en la residencia familiar, ahora bajo nueva administración, en la que estuvieron presentes representantes de los museos locales de Viena, así como representantes de la Gestapo y altos funcionarios nazis, incluidos Adolf Hitler y Hermann Göring. El propósito de esta reunión era liquidar el patrimonio de Ferdinand debido al impago de la multa fiscal. El Dr. Erich Führer, designado por el gobierno alemán, actuó como abogado en esta transacción.

Según E. Randol Schoenberg, el régimen nacionalsocialista acusó a judíos como Ferdinand Bloch-Bauer de evasión de impuestos como un medio para confiscar toda su propiedad personal, ya que muchos de los acusados habían huido del país. Como resultado de esta reunión, muchas de las valiosas obras de arte de la familia fueron adquiridas por altos funcionarios nazis, incluido el retrato «Alte Frau mit 2 Kindern» de Waldmüller, regalado a Hermann Göring.

«La Dama de Oro» o Adele Bloch-Bauer I

En el caso de las obras de Klimt, el abogado nazi Dr. Führer realizó intercambios con la Galería Belvedere, adquiriendo «La Dama de Oro» y el cuadro «Apple-tree» a cambio del cuadro «Schloss Kammer am Attersee III», previamente donado por Ferdinand al museo. En 1940, la Galería Belvedere compró el segundo retrato de Adele, «Portrait of Adele Bloch-Bauer II», a Dr. Führer, añadiéndolo a su colección que ya contaba con otras obras de Klimt. La pintura «Beechwood» fue adquirida en 1942 por la misma institución.

Adele Bloch-Bauer II

El legado artístico de la familia Bloch-Bauer se convirtió en el foco de una búsqueda desafiante tras la turbulencia de la Segunda Guerra Mundial. Tras el fallecimiento de Ferdinand Bloch-Bauer en Zúrich en noviembre de 1945, su testamento de octubre de ese mismo año reveló una situación financiera precaria: más deudas que patrimonio.

El primer intento de recuperar las obras

En un intento por recuperar las propiedades perdidas, los sobrinos de Ferdinand contrataron al abogado de la familia, el Dr. Gustav Rinesch, quien se embarcó en la tarea de rastrear los valiosos activos. Su búsqueda dio frutos en 1947 cuando descubrió que las obras de Klimt estaban alojadas en la Galería Belvedere de Austria.

El Dr. Rinesch inició las negociaciones con la galería para la recuperación de las pinturas. Sin embargo, en enero de 1949, la Galería objetó, argumentando que solo tres de las seis obras mencionadas estaban en su posesión y que habían sido legadas por Adele Bloch-Bauer en su testamento. Este reclamo fue refutado con una nota del mismo año.

Además, se estableció contacto con el «Munich Art Collecting Point» en Múnich, donde se encontraron un par de pinturas de los Bloch-Bauer que habían sido rescatadas por el gobierno estadounidense después de la guerra, pero que no podían ser devueltas a individuos privados, sino que se debían regresar a los Estados de origen de las obras.

Para asegurar la repatriación de las obras a Estados Unidos, residencia de María Altmann, los herederos obtuvieron permisos de recolección y exportación a través del Dr. Rinesch entre 1948 y 1949. Sin embargo, se encontraron con obstáculos legales derivados de «The Annulment Act» de mayo de 1946, que buscaba anular las transacciones realizadas en Austria durante la ocupación nazi.

Según esta ley, los judíos que deseaban salir de Austria debían «donar» bienes para preservar el patrimonio cultural nacional, como condición para recibir permisos de exportación. Dado que los herederos no tenían bienes para intercambiar, el Dr. Rinesch «donó» varias de las obras austríacas, incluidas las pinturas «Häuser in Unterach am Attersee», «Adele Bloch-Bauer I», «Adele Bloch-Bauer II» y «Apfelbaum I», al Estado austriaco en 1949.

Durante casi seis décadas, las obras de Gustav Klimt, incluyendo «Buchenwald» y «Schloss Kammer am Attersee III», permanecieron en las paredes de la Galería Belvedere, en el centro de una disputa legal surgida del testamento de Adele Bloch-Bauer, que favorecía a la galería.

Un testamento que no se llegó a cumplir

En 1998, mientras Estados Unidos promulgaba medidas y leyes sobre la restitución de arte expoliado, Viena también revisaba antiguos casos y redactaba leyes de restitución, como la «Restitution Act», que permitía la devolución de obras de arte cuyos propietarios habían sido forzados a «donarlas» bajo coacción nazi, en relación con el «The Annulment Act» de 1946. Este contexto propició la celebración del Congreso de Viena, consolidando medidas para la restitución del patrimonio cultural.

El Congreso de Viena de 1998 reunió numerosos testimonios de las víctimas del Tercer Reich, y el Estado austriaco estableció un sistema para la restitución de obras de arte expoliadas por los nazis.

En ese mismo año, Maria Altmann, la única sobrina viva de Ferdinand Bloch-Bauer, solicitó al Comité de Restitución de Viena la devolución de seis obras de Klimt que se encontraban en la Galería Belvedere. La petición, redactada por el abogado Randol Schoenberg, nieto del compositor Arnold Schoenberg, tenía como objetivo preservar la memoria colectiva y buscar justicia.

Sin embargo, la petición de restitución fue inicialmente denegada en 1999, debido a la significativa importancia cultural y nacional que tenía una de las obras, conocida como «La Dama de Oro».

Maria Altmann y Randol Schoenberg contaban con el testamento de Adele Bloch-Bauer, que especificaba la donación de las obras de Klimt a la Galería Belvedere tras el fallecimiento de su esposo. Sin embargo, este testamento no pudo cumplirse debido a la confiscación de las obras por los nazis y su posterior venta a la galería en 1941, antes del fallecimiento de Ferdinand Bloch-Bauer en 1945.

Un análisis del testamento diferente

El debate sobre la validez del testamento de Adele Bloch-Bauer y la adquisición de las obras por parte del Belvedere antes del fallecimiento de su esposo generó una controversia legal de gran envergadura. Según la jurisprudencia los tribunales examinan cuidadosamente el lenguaje utilizado en un testamento, distinguiendo entre términos legalmente vinculantes, conocidos como lenguaje vinculante, y aquellos que expresan deseos o recomendaciones, denominados lenguaje precario. En el caso del testamento de Adele, la redacción se consideró como lenguaje precario debido a su carácter de solicitud.

El Comité de Restitución de Viena no tomó en cuenta este análisis del testamento, lo que habría implicado reconocer el apoyo de Austria al Tercer Reich de manera legal. Esto se alinea con la definición del Profesor Gerhard Botz, historiador de la Universidad de Viena, quien describe cómo Hitler fue recibido en Austria como un héroe nacional, permitiendo que su país se uniera a su éxito.

Ante la negativa del Comité de Restitución de Viena, Maria Altmann decidió impugnar la decisión ante los Tribunales de Justicia de Austria. Sin embargo, este proceso enfrentó dos obstáculos significativos. En primer lugar, el elevado costo de las tasas judiciales, que superaban ampliamente los activos de Altmann. Además, el Estado austriaco buscaba aumentar aún más estas tasas, lo que complicaba aún más la situación.

Frente a esta situación, Altmann retiró su impugnación y recurrió a los tribunales estadounidenses, invocando la cláusula de expropiación del Foreign Sovereign Immunities Act de 1976. Esta estrategia legal requería demostrar que las obras habían sido robadas por los nazis, que pertenecían a una agencia estatal extranjera (en este caso, la Galería Belvedere) y que esta agencia tenía vínculos comerciales en los Estados Unidos.

Inicio de la batalla legal

La batalla legal comenzó en el año 2000 en la corte del distrito central de California, cuando Maria Altmann presentó una demanda en la que buscaba la declaración de que la Galería Belvedere de Viena poseía ilegítimamente seis obras de Gustav Klimt que pertenecían a los herederos de Ferdinand Bloch-Bauer. Altmann basó su solicitud en la Ley Austriaca de Restitución de 1998, el Derecho Anglosajón y el Derecho Internacional. Además, solicitó la anulación de un acuerdo de 1948, argumentando coacción, en el cual el abogado Gustav Rinesch renunció a los bienes artísticos.

El Gobierno Austriaco respondió solicitando el rechazo de las reclamaciones de Altmann debido a la inmunidad soberana, argumentando que limitaba sus reclamaciones. El siguiente paso fue la apelación del caso ante el Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos.

El caso llegó a la Corte Suprema de los Estados Unidos el 25 de febrero de 2004. María argumentó que el Gobierno Austriaco mantenía ilegalmente seis obras de su propiedad, mientras que el abogado Schoenberg se basó en la FSIA. El Gobierno Austriaco presentó más de doce argumentos, incluyendo la inmunidad soberana de Austria.

En última instancia, la cuestión central se centró en si la cláusula de expropiación de la FSIA tenía jurisdicción sobre las reclamaciones contra Austria. El 7 de junio de 2004, la Corte Suprema de los Estados Unidos se pronunció a favor de Altmann, despojando al Estado austriaco de su inmunidad soberana por la excepción de expropiación.

Una resolución exitosa

La resolución de este caso es uno de los hitos más significativos en la historia judicial de Estados Unidos. En mayo de 2005, Maria Altmann y el Gobierno de Austria acordaron someterse a un arbitraje internacional en Austria. Según este acuerdo, cada parte designaría un árbitro, quienes a su vez seleccionarían a un tercero, y la decisión del panel arbitral sería vinculante, sin realizar una investigación histórica sobre el caso.

El arbitraje tuvo lugar en Austria en 2006, y el panel dictaminó que Altmann era la legítima propietaria de cinco de las seis obras de Gustav Klimt, incluida la famosa «Dama de Oro», ordenando su restitución. Posteriormente, estas obras fueron exhibidas en el «LA County Museum of Art» en Los Ángeles, y cuatro de ellas se vendieron en Christie’s por una suma total de ciento noventa millones de dólares. El retrato de «Adele Bloch-Bauer I» fue adquirido por Ronald Steven Lauder por ciento treinta y cinco millones de dólares, con la condición de que permaneciera en exhibición en su museo de Nueva York.

Maria Altmann y la obra Adele Bloch-Bauer I

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